sábado, 20 de noviembre de 2010

Mujer soltera busca


Todas las que hemos transitado incansablemente el circuito bolichero y hemos llegado por millonésima vez a la conclusión de que "no, evidentemente acá no voy a conocer a nadie que me guste", nos damos cuenta que los recursos para conocer personal femenino se reducen muchísimo. Si no vamos a conocer a nuestra tipa en estos palacetes del desenfreno y la música pop, ¿entonces dónde?
Aunque una debería tener muy en claro que en un lugar de esa índole, lo que probablemente encontrará es gente que disfrute del desenfreno y la música pop, con lo cual ¿para qué iniciar la búsqueda si a una todo eso no le gusta? Porque tenemos la ilusión de que alguna descolgada haya caído al bolichín por pura casualidad, como nosotras. Pero eso, aseguro, casi nunca pasa.
Entonces el plan B por excelencia es meterse en una de esas páginas de perfiles (que han tomado la posta después de la decadencia de los chats) y buscar una jermu por catálogo. Lo bueno de esta faena es que ya tenés la data necesaria para darle el visto bueno a las tipas que tengan los mismos intereses que vos y mandar a volar a todas las demás sin que se enteren.
Lo primero es armarse un Perfil de usuaria.

DATOS DE TU PERFIL

Nombre: Las más cancheritas, de años de yuyeo cibernético, ya tienen un sobrenombre preparado para estas circunstancias. Mejor agarrar a las que usan su nombre real, al menos a esas les queda todavía algo que no es sintético. Yo, por supuesto, siempre tuve sobrenombe.

Título de tu perfil: En este espacio generalmente tenés la posibilidad de poner alguna frase que te guste para tentar a los buitres, porque en general, en el listado de perfiles disponibles lo que se muestra son 3 cosas: tu nombre, tu foto y tu frase (y si eso llama la atención, entrarán a tu perfil a leer qué más sos). Así que hay que ponerse muy creativa con esta frase porque es uno de los primeros filtros por los que pasa tu identidad en esta vidriera virtual. Podés poner cosas como:
- "Hola chicas, las invito a conocerme" (frase que habla por sí misma: chonga, simple y a los bifes)
- "Soy una persona muy alegre" (¡fushhh! especialmente si va acompañada por la foto de un gatito o ella con un oso de peluche).
Mayormente sucede que la gente elige poner una frase de una canción o de un libro. En ese caso, la decisión es fácil: si te gusta la frase que citó ya tiene el primer "ok" (en mi caso lo importante sería que no cite frases de reggetón o de Arjona). Si no tenés idea de quién es la frase que se puso la tipa, lo más piola es googlearla y después hacerte la canchera como que sí, obvio que sabías que esa frase era de García Lorca.

Detalles personales: Absolutamente innecesarios. Lo que se te pide es que te describas. La descripción física no sirve: para eso está tu foto. Y si no pusiste foto, tu perfil va a tener muy pocas visitas. Volveré sobre el asunto de la foto más adelante. Y sobre la descripción de tu persona mental/espiritual, por favor, que alguien me diga si sabe describirse exacta y unidimensionalmente. Porque si diez palabras pueden resumir el vasto abanico de emociones que nos componen, entonces no sé ni para qué hago terapia. Algunas lo que hacen es poner "No sé cómo soy, decímelo vos!", lo cual es peor, porque una cosa es que te cueste elegir las palabras que te describan y otra muy diferente es no saber en absoluto cómo sos y estar invitando a las demás a que te lo digan. Triste.

Hobbies: Finalmente empiezan las preguntas más útiles. Lo malo es que la pregunta por los hobbies plantea un dilema existencial. Te hace cuestionar tu vida más de lo que creés. Porque acá es donde pensás en lo que te gusta hacer además de trabajar y fumarte un porro con tus amigos. Si estás haciendo algunos talleres o cursos, zafaste. Acá es donde lo ponés y quedás divina. Pero si leés cada vez que te acordás, escribís pero sos una colgada, te cabe el cine pero no sabés mucho, al teatro vas sólo si te invitan, taller de pintura hiciste cuando tenías 10 años y música conocés de oído pero de tocar instrumentos nada, entonces estás perdida. Podés mentir, claro. Y decir que leés, escribís, vas al cine, al teatro y alguna vez estudiaste pintura. Eso es lo que hacemos. Mentimos para parecer más interesantes de lo que somos. Y ahí viene el drama existencial de cuestionarnos para qué vivimos si no nos gusta nada y qué es la vida y todo eso. Y como no podemos resolverlo en ese instante, dejamos escritas esas mentiras. Ya habrá tiempo de modificar el perfil cuando tengamos algún interés copado (y nos dejamos esa nota mental: empezar a buscar algún curso de algo).

Gustos personales: Ahora sí, la pregunta que vale. Lo básico: música que escuchás, libros, películas, viajes, comidas, qué te gusta hacer en tu tiempo libre. De tanto ver este tipo de datos, he aprendido a clasificar a las mujeres en diferentes grupos de tortas. Hice una tipología de las amantes del cine, de las que leen ciertos libros, de las que saben de tal tipo de música y de las que no tienen nada que ver con mis gustos (que ni clasifico). Tanto he podido encasillar sus ficheros, que no me gusta ninguna. Les cazo el molde y me aburro. Aunque seguramente yo también tengo un fichero particular y encaje en algún cajoncito clasificatorio de las mañas de cualquier otra obsesiva.

Qué buscás: A veces me sorprendo cuando las tipas afirman que buscan solamente "Amistad". No puedo creer que alguien ingrese en estos antros de la identidad humana sólo para hacerse amigas. Amigas me hago en cualquier circunstancia, los amigos se hacen sin esfuerzo y casi por casualidad, pero si me tomo el trabajo de confeccionar una tipología de mi persona, el único objetivo es conseguir minita. Las que buscan amistad suelen ser las heterosexuales curiosas que, obviamente, tampoco están buscando amistad. Aunque una se siente medio rara admitiendo que busca "Pareja" o "Sexo". Entonces le ponés también "Amistad", por si algo no sale bien con una tipa a quien eventualmente conozcas en persona y así podés ampararte en el hecho de que en tu perfil avisaste que también buscabas amistad.

Foto: Hete aquí el quid de la cuestión. Todas tenemos un gusto particular, alguien que nos parece bella a nosotras, vaya uno a saber porqué, aunque no sea necesariamente tan perfecta como la cofradía de los niños de Cris Morena. Pero pensemos que estás leyendo esto que escribo en la privacidad de tu momento personal. Estamos solas. Vos lectora y yo escritora. Vamos a decirnos un secreto. Y como estamos solas, podés admitirlo. No hay nada más importante que la foto. Porque sí, la tipa puede amar la poesía, curar niños, combatir el hambre y tocar la guitarra como Santana, pero si la jeta no te gusta, no hay mucho para hacer. Leés su perfil y pensás: loco, ojalá me gustara, porque parece una mina super interesante. Mirás varias veces la foto a ver si podés encontrarle un rasgo que te parezca agradable, algo, alguito que la pilotee. Pensás que capaz, si te juntás a tomar algo y la ves vis-à-vis, quizás la zafe con el nivel de conversación o tenga algo realmente copado que pueda redondear el negocio para arriba. ¡Suerte con eso!
Por eso cuando veo que hay tipas que han puesto fotos de perfil que sólo pueden calificarse como inadmisibles, les pregunto retóricamente: Flaca, ¿en qué estabas pensando? Las feúchas pero sagaces, suelen tener la delicadeza de photoshopearse un poco, elegir la mejorcita de sus fotos, ponerla en blanco y negro, o quizás sólo poner imágenes de partes de su cuerpo y cara. Al menos el misterio de la mujer fraccionada, que genera más esperanzas que la cruel realidad de la mina que se puso la peor foto que sacó con su celular bajo un tubo de luz mortecina.

Pero aunque la foto sea mucho, no es todo. Y aunque sus gustos, sus hobbies y su color de zapatillas puedan hablar de ella, dicen muy poco. Si algo te gusta de ella, no es ese inventario de cosas. Es eso que te pasa cuando la ves. Me he topado con gente con la que concidíamos en músicas e intereses. Pero el humor, la mirada, la forma como pensaba la vida o su manera de caminar... simplemente no iban conmigo. Con foto, charlas y listado de hobbies aprobado.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Partido Teta Socialista - Plataforma 2011



Carta abierta a las compañeras conchoamantes:

          A partir de la ola creciente de interés socio-político presentado por la juventud, las tortas desorganizadas del país hemos decidido formar una nueva corriente político combativa.
          Así, en esta fecha solemne, nos presentamos ante ustedes. Somos militantes del Partido Teta Socialista o PTS (y no toleraremos chistes fáciles en referencia a su sonido onomatopéyico que muy poco tienen que ver con los objetivos de nuestra noble organización).
Además, a través de la presente, damos a conocer las propuestas programáticas de nuestra Plataforma 2011:

1) Nacionalización de los recursos orgánicos
Las tetas del país deben ser patrimonio de las ciudadanas lésbicas que habitan el territorio nacional. Todas las tetas serán socializadas. Las tetas pasarán a ser un servicio público y estarán al acceso de todas las tortas por igual. En una segunda etapa de desarrollo, se nacionalizarán también todos los orificios pélvicos que el país pueda requerir para su uso, abuso y toqueteo.

2) Recuperación de las tetas despatriadas
La teta bisexualizada, que ha abandonado la Patria lésbica en busca de horizontes pijudos, será restituída al Estado a fuerza de extensas jornadas de sexo y prácticas sadomasoquistas varias. Este proyecto de recuperación conllevará también el fomento del empleo y la educación pues, a estos efectos, serán requeridas manos y bocas expertas.

3) Asistencia social para las desgraciadas
El sistema capitalista en el que vivimos es generador de desigualdades de todo tipo. El PTS propone la fundación de asambleas barriales de asistencia social a las tortas que estén en período de desgracia. Mediante estos reducidos espacios político-sociales, serán revisados los casos en que las conchitas tristes puedan requerir compañía amorosa. Dichas compañeras, a quienes llamaremos "Culos rotativos", serán voluntarias provenientes del pueblo y estarán firmemente abocadas a su misión de tranformación social. Una Patria de camas llenas es una Patria feliz.

4) Integración al bloque continental y fomento de la identidad latinoamericana
No por andar repatriando y nacionalizando, vamos a dejar de lado las tetas latinoamericanas. Las hermanas del continente siempre serán bienvenidas en nuestro pueblo. Se establecerá el estudio curricular del lesbianismo latinoamericano en todas las escuelas secundarias del país. Además, se proveerá a los laboratorios de computación de herramientas que hagan más fácil el acceso a chats, facebooks, páginas de perfiles lésbicos, portales y foros. Se fomentará el turismo torteril y los intercambios estudiantiles. Por último, se instaurará el Día de la Identidad Lésbica Latinoamericana, como feriado nacional, para que todas las tortas puedan ir a bailar la noche de la víspera y se levanten resacosas junto a quién sabe qué personaje, siempre y cuando sea latinoamericana.

5) Lineamientos de la política social y económica
El PTS es un partido que nunca olvidará sus raíces obreras. Por eso, planteamos un proyecto de reindustrialización de la actividad torteril. Para fomentar la industria nacional, nuestro organismo propone:
- Otorgar créditos a nuevos emprendimientos entre minas. No hace falta que las minas sean tortas desde un principio, pero sí que se tengan ganas y que, eventualmente, se besen.
- Entregar préstamos a PyMEs que ya estén en funcionamiento, siempre y cuando dichas empresas estén relacionadas con tetas y/o culos.
- Realizar programas de capacitación con salida laboral obrera. Las tortas tendrán acceso a tecnicaturas relacionadas con el trabajo en máquinas de todo tipo. Sí, eso nos calienta.
- Organizar sindicatos obrero-safhistas en los que las trabajadoras podrán sentirse representadas y obtendrán beneficios sociales en las áreas de salud y esparcimiento. Todas las médicas de sus obras sociales serán cuidadosamente seleccionadas por profesionales de la burocracia gremial y sus clubes tendrán saunas y escabio y habrá joda de jueves a domingo.

Así nos damos a conocer, queridas compañeras, con el deseo de conquistar el espacio cívico y la soberanía nacional lésbica. ¡Ya estamos afiliando!

 Por un país de tetas socialistas, combativas, libres.
Para todas, todo.
Para todas, las tetas.
Para las tetas, más tetas.
¡Hasta la teta siempre!

Dra. Luisa Tortódroma de los Rosarios Lufranos
Líder Carismática, Gurú Espiritual y 
Presidenta del Partido Teta Socialista

Terapia de mierda



Me lanzo sobre su sillón casi recostada, pensando si esta vez me animaré a hacer diván. La sesión du jour lo amerita.
Segundos atrás, él me había preguntado cómo andaba, entre los besos de bienvenida. Nunca sé qué contestarle en esos breves pasos que nos llevan hasta su consultorio. ¿Bien? ¡Pero si estoy mal! ¿Cuándo es que Juan se convierte en Juan Terapista y ya puedo decirle que estoy mal, mal, requetemal!!!? Alguna vez tracé una línea esclarecedora: cuando cruzo el umbral del consultorio. Entonces él me pregunta: ¿cómo andás? Y yo estiro el "mmmbieeeeennnnmmmmmmhhhmmmm", atravieso la puerta y me enfrento a su cara de "es claro que no tan bien", mientras me sambuyo en el sillón en presurosa desición ¿me acuesto o no?, que no es poco.
Pero no, no estoy bien y no me acuesto. Prefiero mirarlo a la cara y seguir siendo tan informales como siempre o quizás sea porque me causa gracia y terror el diván. Ahora estamos en su consultorio y él es Juan Terapista y puedo decirle cómo estoy realmente.
- Conflictuaaadaaa.- Obvio, sino no estaría pagando sus honorarios semanales.
- Contame ¿qué te anda pasando?
- Mierdas, Juan, puras mierdas.
Aunque no quiero empezar así, por la mierda, entonces le digo que en el trabajo estoy más o menos bien, los amigos, lo que hice el fin de semana. Y eso, por suerte, me consume media sesión. Aunque cuando me doy cuenta que he logrado evitar los temas candentes, pienso que después deberé esperar aún otra semana para desembuchar las porquerías que tanto pinchan, así que me decido y desembucho en ese momento, venticinco minutos antes del fin de la sesión.
Por supuesto que siempre es el amor lo que consume mis horas terapéuticas. ¿Y las de quién no? Aunque algunos días pienso que soy absolutamente banal y que debería estar hablando de Edipos y traumas y grandes proyectos a futuro. Y me encantaría escuchar las sesiones de otros neuróticos para saber si hago bien pensando tanto en esas tipas que me hacen enrular los mechones de pelo con carita de niña de doce. Porque es claro que mi pasado merece más que diez minutos de Juan diciendo que mi madre y que con razón yo soy así y yo explicando que ya lo sé, que eso ya lo hablé en otras terapias ¡a mamá mona! y apuro todo porque en realidad a lo que vine es a contarle eso que ya los tiene repodridos a mis amigos y sólo puedo relatar por octava vez a quien recibe suculentas retribuciones monetarias. Pero además, no olvidemos, es al único a quien respeto. La palabra de él para mí es santa. Y hago todo lo que me dice porque así después al menos, si enloquezco, puedo aludir que hice todo lo que él aconsejó y que lo encierren a él también, pero obvio: en la misma salita que a mí.
Juan Terapista me escucha y a veces hace comentarios totalmente desquiciados como: ¿No será que está con otra mina? o ¿Te parece que ella tiene algún asunto con la madre? Y yo me pregunto cómo puede servirle esto a mi terapia pero él es chusma, creo (único motivo para que indague en las problemáticas de las minas que me aquejan) y entonces le digo lo que pienso y agrego: pero volvamos a mí...
Pero Juan, maldito Juan, a veces me dice lo justo. Y yo me quedo perpleja. Después de tantos años de terapias él logra sorprenderme. ¿Qué hago entonces? ¿vivir como él dice? Pero él me dice que viva como quiera, que haga lo que deseo, que busque siempre estar bien, que no me reprima, que sea yo misma. Maldito Juan. Como si eso fuera tan fácil. ¿Y si soy yo pero nadie me quiere? ¿y si soy yo pero ella no me quiere? Y si sí me quieren, pero ¿quién soy yo?
Y aunque Juan a veces me da tareas monumentales, como dejar a esa mina que me hace mal, armar un proyecto para el año que viene, empezar una actividad nueva o desoír los comentarios chotos de los allegados, yo siempre salgo cantando. Acongojada y todo, pero cantando. Y pienso que solucionar ciertas cuestiones me va a costar la vida, pero que si ahora estoy cantando, entonces algo debe estar un poquito mejor.
Qué terapia de mierda. Me confieso dependiente.

martes, 16 de noviembre de 2010

Con P de Pendeja



El golpe de gracia lo dio la pendeja hace unos días. Dieciocho añitos y ella, mi amiga, veintinueve. Ninguna boluda, mi amiga. O un poco, claro: cuando le dieron el golpe.

- Me invitó a bailar con las amigas y estuvo toda la noche histeriqueando a otras pibas. No me dio pelota jamás. Te juro que no la entiendo-. Me comentó mi amiga muy consternada, pero después aclaró: -Es un garche, nada más. Pero si no quiere garchar conmigo, ¿qué onda?

Claro, ese había sido el golpe. Todo bien mientras la pendeja le funcionara en modo "garche", como quien compra un lavarropas, pero no pretendan, ni vos ni ella, hacer papas fritas. Lavarropas lava ropas. Y sin embargo, yo me quejé un poco en nombre de la humanidad y le advertí: -No es un "garche", en todo caso es una persona, como vos, con la que tenés un vínculo sexual-. Ella no me entendió o no me quiso escuchar pero yo me niego a tratar a alguien como un aparato doméstico. Está bien que las funciones de una compañera de camas puedan ser limitadas, pero todos los vínculos tienen límites y no por eso vamos a menospreciar lo que se da de una manera tan pura como La Laguna Azul pero sin Brooke Shields.
Ese era el problema: la pendejita se le rebeló y no le dio más pelota. Y ella que le reclamaba, que la buscaba, que se la quería cojer, que no entendía nada.

Yo decidí, desde la época de los juegos en red, que ya no iba a entender nada de la juventud. Y eso fue hace un montón. O sea, que todavía faltaba que se vinieran los fotologs (y sus queridos floggers), los emos y todas las tribus, el sexo grupal entre niños, la proliferación de fotos zenitales, el vacuo "arre" (o "ah, re", corrección ortográfica inevitable) y todo otro montón de cosas que nunca conocí porque, como dije, había preferido dejar de entender antes que clavarme una patineta y un top y convertirme en una triste pendevieja. En vez de eso me dediqué a no darles más pelota y envejecer con gracia, entereza y un comité de vestidos hermosos.

Lo que no le dije a mi amiga es que a mí también me la metió bien metida una pendeja que se partía sola, pancito tierno, una cosa terrible. Pero cuando se pudrió de mí (y no duró nada, se pudrió esa misma noche), me mandó a volar y no me saludó más. Y yo tampoco entendí nada aquella vez y me la tuve que fumar como un sorete prendido en una punta. Esa fue una de las tantas cosas que no entendí jamás de la nueva generación de gente. Y eso que yo me aseveraba que hasta hacía tan poquito había estado adentro de la pomada, que entonces cómo no iba a entender si yo también había transitado los dieciocho, diecinueve, veinte, veinticuatro y así. ¿Cómo no iba a entender? Pero no, no entendía.

Así, después de que mi amiga me repitió por décima vez que no entendía porqué esa pibita le había hecho todas esas cosas horribles, y luego de hacer mi flashback de veinte minutos a aquella escena de boliche con mi pendeja de ocasión, volví al presente y en su onceavo "¡Esa hija de puta, te juro que no la entiendo!", le dije:
- Es que esa Hija de Puta, tiene P de Pendeja. Para que la entiendas, deberías tener dieciocho años como ella o comportarte como tal, cosa que quedaría horrible, así que menos mal que no.

Antes de terminar la charla, quise abofetearla a ver si se le pasaba la demencia infantil, pero estábamos hablando por teléfono.
No faltará oportunidad.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cancherita



La Piba se había enamorado, o algo así. Y digo "algo así" porque ella no me permitiría decir una cosa tan determinante como "enamorado". Pero si lo cuento yo, digo firmemente que se había enamorado. De esos amores que sólo se demoran lo que tarda en llegar la información de las rutas de la percepción hacia el cerebro. Después todo lo demás fue confirmarme en interminables charlas telefónicas que sí, que esa mina le encantaba.
La Piba no tiene muchos mambos. Quiere amar una mujer de lindos colores, que haga algo interesante con sus manos (artes o lo que sea que pueda hacer una noche generosa). Es buena piba, pero yo le doy mi peor diagnóstico: Piba, lo lamento, pero te enamoraste de una cancherita.

La cancherita viene en varios formatos.
Yo siempre me enojo con las que tuvieron la vida fácil, las culturosas de clase media alta, que desde que eran un canapé en pañales tuvieron un acceso fluído al capital cultural y que entonces ahora, de grandes, saben de fotografía, música, cine, moda. ¿Cómo no ser cancheritas? Casi que les sale natural.
Claro que están las otras, las seriamente golpeadas por la vida. Las que se criaron desde abajo y saben poco de todo. El cancherismo es para ellas lo único que las mantiene en pie y -creen- las destaca del populacho. Con esas no me enojo, pobrecitas. Fama vacía, que le dicen. Por culto a la imagen, adoran sacarse millones de fotos, todas desde arriba para que les dé mejor el ángulo (y tiran un toque de trompa, obvio). Pero tanto golpe les suele dar un aguante que ¡mamita! No se achican por nada. Cancherean a pecho firme. Con esas me enganchaba yo. Cancheritas de drogas y alcohol, de boliches, de placita. Carrocería abollada, pero ¡un motorrrr!

Pero la Piba, por lo que yo veo, se enamoró de una canchera del primer grupo. Y a esas, ¿cómo las bajás? Ellas saben que merecen estar ahí. No van a estar descendiendo al pueblo. Y si bajan, es para deglutirse a una de las otras cancheritas, las golpeadas, que acceden a las cancheritas culturosas por la senda de la chotez, antes que por mérito de bondad o sabiduría. ¿Qué digo? Que es más fácil levantar una culturosa haciéndole entender que te importa muy poco su existencia más que porque, como la Piba, sos buena gente, tenés una energía divina, laburaste mucho tu espíritu y esas giladas. La cancherita no cree en esas cosas. Para ella son jipiadas.
La Piba cree que hay mucho más en su cancherita que simple cancherismo. Dice que ella siente que no es tan así. Pero en todo su ejercicio la cancherita de sus sueños no hace más que cambiarse de lugar la corona. Y yo le digo que esa mina hoy en día no tiene nada para darle. Que esa no es una Mujer (de esas con mayúscula que tanto buscamos). Es una calcomanía pegada encima de una mujer.

Y sí, si la cancherita crece un poco y se asoma a otras existencias, puede llegar a darse cuenta que hay algo más en este planeta que relaciones dispares. Porque imagino que la cancherita cancherea porque sólo puede configurar que en un vínculo hay alguien por encima y alguien por debajo. Y estar por debajo no es nada divertido. Aunque alguien sólo puede conocer el "debajo" si alguna vez estuvo ahí. Entonces quizás la cancherita cancherea porque en sus adentros, hay debajos.
Pero si crece... Piba, si crece, estás salvada.
Habrá que esperar a ver si se riega un poco las plantas de los pies.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Orgullo


A lo largo de los 8 años que vengo participando de las Marchas del Orgullo LGBT he escuchado todo tipo de expresiones en contra de esta movilización, pero la que más me ha llamado la atención es aquella argumentación, largamente escuchada, que se opone a marchar en favor del "Orgullo" gay.
Es evidente que este término abre el debate. Los que exponen su posición contra la utilización de la palabra "orgullo" explican que, para ellos ser gay, les, trans o bi, no es una cuestión de orgullo sino que debiera tomarse como algo meramente natural.
Estoy de acuerdo. Es necesario naturalizar las diversas identidades sexuales. Pero para lograrlo, primero, hay que hacer mucho ruido.

VISIBILIDAD
Las marchas del orgullo a lo largo del mundo, desde sus comienzos, plantearon la idea de hacerse visibles. Salir del clóset como acto revolucionario. En este caso, la revolución no tenía que ver con derrocar un gobierno, sino con derribar todos los elementos de la cultura que impedían sincerarse con uno mismo y con el afuera. El peor de los enemigos: la vergüenza. La meta: decir la verdad. La forma de lograrlo: sintiendo orgullo por ser lo que cada uno es.
Año tras año, las "Gay pride" del mundo se fueron haciendo más multitudinarias. Y en Argentina yo misma lo vi: desde la primer marcha a la que fui, en 2002, la cantidad de gente ciertamente se ha cuadruplicado. Cuando algo se hace tan masivo, es imposible silenciarlo. El alarido incontenible, siempre, me llena de orgullo.

CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD
Algo me moviliza particularmente en ésta y otras marchas a las que elijo asistir: la sensación de que no lo estoy eligiendo. Para mí manifestarme con respecto a ciertos asuntos es una necesidad irrefrenable. En las primeras marchas, no voy a mentir, sabía que iba a mirar minitas. Pero todo te llega. Es imposible que algo de esa información no se te cuele entre la dopamina y pegue en la neurona correcta.
Y así llegué a entender que no podemos olvidar la violencia de género que ha cobrado víctimas lejanas y recientes. No podemos ignorar la discriminación, las caras de asco, el derecho de admisión, las agresiones, los asesinatos. No podemos desatender lo difícil que es para las trans conseguir un trabajo que no esté relacionado con la prostitución. O lo complejo que debe ser vivir bajo una identidad que no es la propia. No podemos dejar atrás los cientos de vidas perdidas por el HIV y la desinformación, después de habérselo  achacado todo a la "promiscuidad" homosexual (que continúan siendo un grupo de riesgo a la hora de donar sangre). No podemos olvidarnos de Natalia Gaitán.
Ante eso, no nos escondemos. Marchamos firmes de espíritu. Impregnados de orgullo.

HERMANOS
Las manifestaciones masivas tienen un espíritu de comunión que nos llena de la emoción de hermanarnos. Lo específicamente interesante de la marcha GLTB es que nos hermana con gente de toda índole. No sólo de diferentes orientaciones sexuales, sino de todo tipo de entornos, edades, culturas, estratos. Ahí es donde se ve plasmada la diversidad que tanto celebramos. Suficiente para decirme orgullosa: en la marcha en la que marcho, se aceptan todas las versiones de vida.

IGUALES
María Rachid admite que el proyecto de Matrimonio Igualitario, no surgió de buenas a primeras. En la Federación iban por la Unión Civil a nivel nacional, porque pedir más era imposible. Pero pronto cayeron en cuenta de que ir por la Unión Civil era seguir habitando ese entrepiso inconcluso de ser menos ciudadanos que cualquier otro. Hubo que cambiar el enfoque y desde ese lugar comenzar la lucha. Marchábamos bajo la consigna de lograr los mismos derechos para todos. ¿Y los mismos derechos por qué? Porque somos iguales. Somos tan humanos, como el que más. Desde ese lado se da la pelea. ¡Y mierda que se pelea! Incluso hoy, que se ha conseguido la utopía del Matrimonio Civil. Inmensa razón para sentirme orgullosa.

CONVOCATORIA
Yo marcho en las movilizaciones en las que me siento convocada. Hay algo en mí que se ve llamado a participar. Como me pasa con otras causas, la causa GLTB me convoca. Es mi nombre más profundo. Me da identidad, me cuenta quién soy. Y poco me importa si alguien va en tetas o si un musculoso glitereado se cuelga de algún camión promocional de un boliche. Mi causa es la misma que la de los demás, aunque mi idioscincracia sea otra. La causa colectiva es más grande que cualquiera de los individuos que marchan.
Es la causa la que nos convoca.
En esta marcha, después de haber conquistado el objetivo de la Ley de Matrimonio, la consigna central exige que se haga ley un proyecto muy ansiado para un gran estrato de la comunidad GLTB: La Identidad de Género. Una causa controversial que pone en debate, como la ley del 15 de julio pasado, los pilares del sistema de creencias de una sociedad que necesita abrir los ojos para empezar a salvarse. Y nosotros estamos al frente de esa transformación.

Somos el ruido incesante que desnuda las vergüenzas.
Por eso marcho con orgullo. Porque el orgullo debiera sentirse orgulloso de habernos acompañado todos estos años.

lunes, 1 de noviembre de 2010

GPS del bochorno de la Señora Bien



Dicen que en el 2012 se acaba todo.
Y yo estoy empezando a creerlo porque las señoronas decentes no pueden ni escupir en la calle sin pegarle a una pareja de sandracelestes besuqueras.

- Mirá, mirá... dos tortas!- me dice mi amigota espiando desde la ventana de su edificio.
- Ay... se aman-, digo yo, en mi tono susanoide.
- ¿Seran?
- Sí, miralas cómo se miran. Una tiene mochila, la otra no. Eso es que durmieron juntitas y ahora ella se vuelve a la casa y su chonguita la acompañó a la parada. ¡El ABC!

Entonces mi amigota y yo hacemos el "aaaaaaaayyyy" pertinente y nos llenamos las sonrisas de primaveras de amor al más chabacán estilo Palito-Evangelina.
Ella me dice que la tortez deambula su barrio todos los días. Yo quiero tildarnos de mironas (porque lo somos), pero también sé que hay barrios que promueven homosexualidades varias.

Uno de los barrios más característicos de esta geografía de lo impúdico, es la familiar y fúnebre Chacarita (o lo que yo llamo Chacarita, que en realidad abarca la zona de Colegiales, Parque Chaz, Villa Ortúzar y aledaños, pero que me da muchísima fiaca diferenciar). Desde ahí, la muy mirona de mi amiga, detecta escenas como la recién narrada u ocasionales escándalos lésbicos de señoritas salidas de un boliche cercano.

Y hablando de boliches, hay que aclarar que nunca es casual que alguien se mude al barrio de Almagro. Así como los putos alguna vez eligieron Recoleta (aunque para mí Santa Fe y Pueyrredón es más Once que otra cosa, pero si ellos quieren sentirse importantes, le diremos Recoleta, pue'). Almagro, cuna de la bolicheada tortilleril, alberga a quienes aseguran jamás haber pisado lugares de esa índole, pero entonces ¿por qué eligieron JUSTO esa zona? ¿Casualidad? No me hagas reír las patas, diría mi padre.

Por supuesto que hay tortas en Palermo y barrios contiguos como Villa Crespo. Zonas cómodas si las hay. Todos los bondis te dejan bien. Y es exactamente lo que busca la torta que habita esas regiones: facilidad para que una pueda llegar a sus casas. Y ese plan, sinceramente, tiene éxito. Muy bien pensado... y no de carambola.

En Barrio Norte y Belgrano habitan las tortas temáticas. Darkies, Punkies, Góticas y todas esas bisexuales loquitas que dicen que les da lo mismo cualquier cuerpo pero que terminan siendo unas jodidas y con razón tanta cosa extraña en la ropa... estabas desquiciada en serio.

Yéndose a las lejanías, en zonas no tan agraciadas, encontramos a la torta que no quiere caerse del mapa de Capital Federal, pero que la pelea con uñas y dientes. La torta de Congreso y la de Flores/Floresta. Esto requiere que la lesbianuda que mora en esos territorios utilice un nivel de convencimiento mayor. Pero ojo: no te pagan un taxi, ni se mueven adonde vos estás. Terminás moviéndote vos. Pensarás, entonces: ¿cómo lo logran? Simplemente porque en general son chonguitas arremetedoras y de buenas promesas. Entonces, parece, el viaje vale la pena.

Del otro lado de General Paz, no se olviden, el Sur también existe. Lanús, Quilmes. Hervidero de tortas. Y ahí sí que están las chongas de pura cepa. A nadie se le quiebra una uña por nada. En el Oeste, dicen, está el agite (y no se equivocan). La gente de Gran Buenos Aires ha vivido viajando a Capital en cualquier horario, todo sea por pegar una buena movida, no como la muerte de Provincia, así que se las bancan todas. Tortas todo terreno, listas para cualquier situación. Si te agarra una de esas, cagaste. De ahí a una relación estás a un paso; te tuviste que quedar tantas veces a dormir (porque la vuelta a tu casa es un bardo), que sin darte cuenta estás lavándole los platos y ajustando el despertador para irte de ahí directo al laburo. Y eso, más seguido de lo que planeaste.

Así que será hora de ir programando los GePeSes, para no caer en las Chongo-Comarcas de la geografía bonaerense. Digo, a las señoras bien que quieran evitarse el bochorno. Yo, en cambio, tomo bondis a Chacarita, Palermo, Villa Crespo, Flores...

Madre


La Paz, Bolivia tiene una población que se desborda del mapa. Tanto, que hacen casitas que llegan hasta las nubes y tienen cientos de minibuses que cuando pasás te pisan, te lo prometo que si hace falta te pisan y no les importa porque igual hay muchísima más gente en ese enjambre. Y eso es a lo que ellos llaman La Paz.
En Buenos Aires no sé qué aires pueden llamarse buenos. Una verdulera se olvida de darme medio kilo de tomates que le pedí y cuando vuelvo al negocio a reclamarle, una señora me dice: no te lo va a dar, es peruana, los peruanos y los chinos son todos iguales.
Tampoco entiendo qué tiene de "federal" la ombliguda Capital; un oxímoron ridículo que es sólo el principio de toda la serie de antagonismos violentos que transpiran los días de la ciudad.
El miedo, la velocidad, la compra y la venta. El índice de desempleo, las agencias de noticias, el precio del dólar, me cierra el banco, vuelva mañana, está despedido. La oferta, la demanda, los medios de incomunicación, ringtones, reprobado, venga en marzo, empujones, bocinas, aspirinas, celulares, propagandas, after office, brindis de fin de año.
Urbanidad. Ese chiste de encimarnos para vivir cada día más lejos.

Y yo, huérfana de año completo, soy llamada por la madre de todos.
La tierra me busca. Se hace fuego en mis venas, agua de mis ojos, viento nocturno. La tierra me grita y yo le grito a la tierra. Un año entero de exhalar su bondad en esta propiedad foránea a la que llamo hogar. Un hogar en el que nunca me encuentro. Y una nostalgia de vidas pasadas, ancestros de los cuatro vientos, cazadores, recolectores, hijos color piedra, corazones terracota. Te extraño, vida. Te extraño, madre.

En el silencio hago mi promesa:
volveré pronto, tierrita.
A la madre, a mí:
volveré pronto.
Ojalá.