viernes, 30 de abril de 2010

Visibilidad


(foto: facebook María Rachid)

De pronto todo el mundo nos ve.
Bergoglio nos putea, los lectores de La Nación nos llaman "enfermos", los evangelistas rezan por nuestras almas, Caparrós no se entiende si es puto o simpatiza con peculiar verborragia, Evo dice que los hombres son homosexuales por comer pollos chotos (o pollas y chotas)...
Estamos en boca de todos. Y aquí nos plantamos, los GLTTB pidiendo la reforma legislativa.
¿Pero qué pedimos realmente?
Adherido al proyecto de las agrupaciones que hace muchos años vienen trabajando por la igualdad de derechos, los civiles comunes estamos gritando por muchas cosas.
Cada vez que solicitamos que cambien los artículos del Código Civil (para que el matrimonio deje de figurar como unión entre "un hombre y una mujer" y aparezca como "contrayentes") no estamos pidiendo que se cambien unas meras palabritas. Le estamos pidiendo a mamá y papá que nos acepten y a la ciudadanía que dé cuenta de nuestra existencia. Pedimos que se hable de lo que no se hablaba, que no se nos piense como infrahumanos, ni como ciudadanos de segunda. Le exigimos a los viejos psicólogos que ni se les ocurra intentar cambiarnos y a los humoristas de tv que mejor se metan con su suegra en vez de seguir con sus chistes pelotudos. Queremos que la abuela no se refiera a Ella como "amiga". Le explicamos a nuestras cuñadas que no esperen que le miremos el culo a tal actor y a ciertos desubicados que no nos pregunten si nos hace falta una buena pija. Le decimos a nuestros hermanos y amigos que no se rían de la torta o el puto de enfrente que es tan lesbo/gay como nosotras y nosotros. Y nos decimos a nosotros mismos que no hay nada malo en amar.

Hoy, como tantas otras veces, pero con más voces que nunca, le pedimos a la sociedad entera que nos vea como lo que somos: diferentes en tanto elección. Y que nos trate como lo que somos: iguales en tanto humanos.

Esta ley va a salir. Si no es hoy, será mañana.
Somos miles, aquí estamos y no hay forma de detenernos.
De pronto todos nos ven y cuando eso pasa, no se puede callar.

jueves, 29 de abril de 2010

Crónica de las no-musas

Hace días que quiero escribir. Pero pasó que la facultad se me colgó de los hombros y ahora sólo puedo respirar fotocopias, libros y resúmenes.
Cuando querés escribir y no podés es como una especie de constipación del alma. Sentís que querés decir algo y levantás el dedo índice para luego no pronunciar un solo sonido. Escribo y borro, escribo y borro. Y tengo toda la porquería adentro pero simplemente no puedo parirla.
Cuando aparecen estos impases, parece que nunca más vas a volver a escribir. Listo, estoy bloqueada para siempre. Me traumé, me agoté, me vacié. Por eso odio la escritura. Aborrezco que me haga pasar este tipo de percances espirituales. No tengo porqué perder el tiempo dudando de mí, creyendo que no soy buena para nada, porque no soy capaz de lanzar un puto texto al cielo virtual. ¡La escritura es una mierda! ¿Me escuchaste, Escritura? ¡Sos una mierrrrrda!

Yo había vivido muy bien todos estos años que no escribí nada. Estaba dormida y jamás me acosaban las no-musas de la no-escritura.

Pero la escritura es mía. Vive en mí. Me sangra las tripas, me ruge. Y la odio. Odio que me desgarre pidiendo nacer de mí.
Cuando la escritura por fin emerge, duele como aquello que se desprende, porque ya no es mía. Se va a jugar en los ojos de otros mientras jadeo exhausta.
La miro vivir y la amo. 
Y entonces todo parece haber valido la pena.

domingo, 25 de abril de 2010

De la sociedad pacata, la insatisfacción espiritual y cómo encontrar excusas teóricas para la poligamia



Es sábado a la noche y queremos bailar el watu-watu.
Vamos a fiesta-que-solía-ser-copada-pero-con-los-meses-se-llenó-de-giles-cool-como-toda-fiesta-que-se-palermiza. Estamos todos ahí, nadie entiende nada pero por las dudas hacemos cara de que somos geniales. Y los tipos, para no agotar recursos, siguen encarando al estilo Gesell 2003.

Enferma Mental y Sorpresivamente Ebria caminan por entre las tipas.

Enferma Mental: Yo no estoy mirando minas hoy...
Sorpresivamente Ebria: (hip!) Ay, dale... no me jodas. Yo sí. Bueno, yo siempre.
Enferma Mental: Es que si me decís que mire una mina, hoy en día no sé quién me gusta.
Sorpresivamente Ebria: Claro, ese es mi tema... si tiene que ser una sola... mmm... porque no me gusta toooda una mina, así entera, pero una que me guste una cosa, otra que me guste otra cosa y así... viste? Todo suma. Vamos juntando de a partes... digamos que así maomeno armamos una totalidad agradable.
E.M.: Hacer así como un híbrido de varias cosas copadas de cada piba. Suena interesante tu idea.
S.E.: Yo sería una persona mucho más satisfecha si se me permitiera moralmente la poligamia. Digo, con todo respeto...
E.M.: Sí, La verdad que esto de creer que una tiene que estar con una sola mina es una patología.
S.E.: ¡Social! ¡Una patología social!
E.M.: Y nosotras debemos detenerla.

...
Así damos por conlcuído nuestro ciclo de Charlas Etílico-Culturales de La Universidad Nacional Dr. Rómulo Berruti.
¡Salud!

viernes, 23 de abril de 2010

Ella tiene problemas



"Lo que pasa es que la mina tiene muchos mambos...", me dice mi amiga mientras me imagino a su ex novia al mejor estilo Kate Moss, drogada y tirada sobre un sillón de cuero carísimo, con sus pelos rubios alborotados.

Claro, Ella es la dueña de la problemática. Nadie más que Ella tiene problemas. Todas las demás hemos vivido niñeces sin traumas, rechazos, o dolencias de ningún tipo. No nos ha pasado nada. La adolescencia la hemos transitado muy tranquilamente y nadie jamás nos ha lastimado. Las nuestras sí que han sido existencias totalmente inmaculadas. ¡JA!

Las Kate Moss de la tortez tienen derecho a todo. El rock, el escabio, la droga, la histeria, la ciclotimia, la agresión, la mentira, la evasión y la contradicción.
Vos no entendés... el tema es que Ella ¡pobre!: Tiene problemas.

Y nosotras somos las primeras en justificarla: Es que tuvo asuntos con el padre, la madre y la vecina; el perro le mordió la Barbie, la profe le puso un 3 y nunca le compraron esa patineta a pilas que pidió para Navidad. ¡Pobrecita!

Nos tomamos todo su guiso de angustia. Y cada vez que hace escenita, salimos corriendo detrás. ¡Cuidado, cuidado! No la pisen, no la toquen, ¿no ven que tiene problemas?

Y así, para bancarlas con sus temas, les regalamos nuestra existencia.
No podríamos hacer menos por quien nos ayuda día a día a evitar pensar en nuestros propios problemas, que son muchos y se evidencian en el síntoma más claro:
Haberla elegido a Ella para que nos cague bien la vida.

domingo, 18 de abril de 2010

Cualitativo versus Cuantitativo



Mi abuela tenía una heladera Siam, de esas que sobrevivían cataclismos nucleares. Le duró lo mismo que su matrimonio: más que su propia vida.
Sin embargo no puedo asegurar si mi abuela era feliz con esa heladera, o con mi abuelo. Es probable que mi abuela haya deseado millones de veces que el condenado electrodoméstico se rompiera para tener una excusa para comprar otro. Más probable aún es que mi abuela no haya querido que su matrimonio debiera ser para siempre. Pero así se construían antes las heladeras... y los matrimonios.

Hoy las heladeras supersónicas, inteligentes, charlatanas, anti-friz, se hacen con materiales que no duran. No he logrado ni siquiera que me durase ese supuesto termo irrompible chino. Hoy todo se rompe. Y las parejas también. Pero esto no es culpa de nadie. Simplemente todo está hecho para durar menos: los trabajos, las heladeras, los termos, las modas, la plata en el bolsillo. Lo complicado de todo esto es que nuestro espíritu romántico sigue atado a esa vieja idea de Eternidad. Y cuando algo no logra ser eterno, lo llamamos "Fracaso".

Nos aferramos al sueño de la heladera "para siempre" y en esa añoranza, que hoy en día se hace cada vez mas difícil de sostener, nos olvidamos que tal vez haya algo mucho más importante para enfatizar.
Cuando una heladera enfría es una heladera que nos sirve muy bien mientras funciona. Cuando no funciona, debemos recordarla como algo que nos ha acompañado muy bien, por el tiempo que anduvo. No enfrió menos sólo porque no duró más.

No nos evitaremos jamás el dolor de la pérdida de una heladera. Pero el ímpetu debe estar puesto en elegir lo que nos haga felices en el momento actual, más que en lo que nos asegure eternidad. Premiémonos por tener buenas heladeras y saber darnos cuenta cuando no funcionan más y debemos dejarlas ir. No hay fracaso alguno en eso.

Lo único que dura toda la vida, es la vida.

viernes, 16 de abril de 2010

La Profe

Yo quería aprender a bailar, como mínimo, la chacarera.
Entonces empecé clases de folklore la semana pasada.
No tenía mayores expectativas más que poder bailar algo en las peñas para bajar los múltiples fernetes.
No tenía mayores expectativas... hasta que conocí a La Profe.
Paso a explicar: Veintipico de giros alrededor del sol, pelos largos, musculosa chiquitita, pantalones sueltos a-la-jipi, bronceado natural y esos terribles ojos negros que cada vez que sonríe (y sonríe todo el tiempo) lanzan chispitas mágicas. Me pasé toda la clase tratando de develar si esos destellos eran el reflejo de la luz o le salían de adentro. Evidentemente, era lo segundo.
Lo tempestuoso del amor es que es irreversible.

Hoy volví a clases. Somos poquitos: 2 bailarines profesionales, un señor grande copado y yo. La bailarina me rompe el culo en todo. Quiero matarla. Tiene una gracia envidiable. Y yo me muero de vergüenza. Encima tengo pésima memoria, así que nunca me acuerdo de los pasos. Me defiendo, pero por momentos quiero ser abducida por el ovni en el que vive Divina Gloria. Ante tantos sopores de timidez, sólo me sale hacer chistes. Y La Profe ríe mucho y me tira sus chispitas y yo me confundo todos los pasos... vuelta, giro, zarandeo... ¿qué? ¡esperá! y ella me mira y se ríe... y yo quiero quedar bien, pero ella y sus chispitas!
Hoy terminamos la clase haciendo relajación. Y para que me aflojara un poco me tomó de la espalda y me bajó la nuca. Su tacto en mi piel me hizo firuletes en la panza. La galaxia enmudeció. Después tuve que tomar mi DNI para recordar cómo me llamaba.
El viernes está empezando a ser el mejor día de la semana.

miércoles, 14 de abril de 2010

Abrirse de gambas

Tirar la piedra y esconder la mano. Hacen y dicen lo que se les antoja. Y después, se enjabonan la consciencia y todo les resbala.
Ese es el arte de la mina que sabe abrirse de gambas.
Hablo de Apertura-de-Gambas: Dícese de la tipa chota que sin vergüenza alguna rehúsa aceptar las verdaderas intenciones de sus pavoneos histéricos y con total descaro nos deja boquiabiertas creyendo que éramos nosotras las que confabulamos toda la cuestión.
Sí, abrirse de gambas... y no de la manera que una quisiera.

Yo nunca pude no hacerme cargo de algo. De hecho me he adjudicado muchos muertos que no eran míos: entredichos, discusiones, atentados y varias catástrofes naturales. ¡Perdón, perdón! Y la cabeza gacha para meterla en la guillotina.
Si hubiera sabido que uno podía abrir una tangente y huir por ahí... Pero ¿dónde está la tangente, la cotangente y mi profesora de matemática que nunca me explicó sobre estas variables de la física?


No puedo dejar de pensar que las tipas que conocí ultimamente son poco solventes.
Sí, eso es lo que les falta: Solvente.
Y a mí un fosforito.

domingo, 11 de abril de 2010

Entelequia

Las tardes de domingo te pienso sentada en el sillón leyendo tus libros, con el sol de la ventana rociándote de ámbar, mirándome de a ratos, sonriendo mientras leo mis libros y espero que se caliente el agua del mate.
Cerrando deliberadamente la cortina te acercarías a besarme, la respiración violentada, tu cintura, el desparramo de libros y la forma en que se te desarma la cara... Otra vez estos arranques súbitos que añoro tanto que no estaba pudiendo leer una sola palabra, mirándote hermosa contra la ventana, con mi boca encendida y el sol que te rozaba la frente.

Y sos siempre esa quimera. La que debiera darle sentido a esta desierta retórica del amor. Mi necia imaginación, mil y una noches contándome historias a mí misma, prometiéndome que existías, que habitabas este mundo y que un día nos reconoceríamos, reminiscencias de quién sabe cuándo, y nos desnudaríamos de cinismos, cayendo en cuenta de que al final todo era cierto y que ese amor era posible. Sentada en el sillón, el sol, los besos, los libros tirados y tenés que existir porque la vida no puede ser solamente esta sucesión de buenos modales y racionalidad de pasillo.
Pero tu estruendosa ausencia, cada vez que te llamo y te pido que aparezcas, que te corporices, que hayas nacido, que seas real y te hagas presente ahora mismo, después de tanto desaliento, cada vez que te llamo, tu estruendosa ausencia...


A veces me canso de llamarte.

jueves, 1 de abril de 2010

No morir en el intento

Introspektiva tocaba el violín. ¡Cuánta sensibilidad! ¡Qué mujer interesante! Durante el tiempo que hablamos por msn eregí en su honor esa estatua de soretes de paloma que invento siempre para idealizar al otro.
Tanto estuve moldeando soretes, que un día le dije de vernos.
La cita sucedió una noche cualquiera. Me puse las tetas a tiro y salí a su encuentro.
Introspektiva era una mujer silencosa, por sobre todas las cosas. Silenciosa. Silenciosa. Silenciosa. Y no había brea que aguante tanto bache. Yo había viajado una hora y media para llegar a ese lugar y gasté los últimos pesos que me quedaban en el bolsillo (malas épocas). Pero ella no tenía nada para decirme y así transcurrió la hora más larga de mi vida. No sólo no se preocupó en sacar ningún tema de conversación, sino que cuando nos fuimos, ni siquiera amagó a pagar.
Aburrida y quebrada. Esa fue mi cita.


Hay muchas mierdas que pueden pasar en una primera cita.
En caso de que las miserias vinieran por el lado de Ella, podría pasar que en vez de ser silenciosa, fuera todo lo contrario: que hablara... de más.
Esas que hablan de más, son un riesgo para quien tiene los oídos continuamente puestos. Con total impunidad Ella es capaz decirte cosas tales como "Yo no odio a los negros de piel, odio a los negros de mente" o "Bueno, pero también en esa época habían muchos subversivos". En esos momentos debés esbozar tu mejor sonrisa y hacer mucha fuerza para sufrir una embolia. Si no corrieras con esa suerte, no tendrás otra que soportar la agonía de todo el resto de la cita.

Por otro lado, hay muchas torpezas que podríamos cometer nosotras. Por eso, será bueno tener en cuenta algunas cuestiones, como para transitar semejante evento de la manera mas airosa posible:
1) El alcohol es un importante deshinibidor. Pero ojo! También deshinibe la lengua. Y en una primera cita todo lo que digas será utilizado en tu contra. Si decidiste tomar, nunca tomes más que la otra, así si te emborrachás y decís huevadas, ella no podrá recordarlo.
2) No obstante, la queremos jocosa pero no pelotuda. Buscá la manera de que celebre, pero no se estrelle contra la mesa. La vergüenza ajena no es buena para nadie.
3) Evitá los chistes que puedan sonar racistas. La otra no tiene porqué entender tu sentido del humor sacástico y podés quedar realmente muy mal. Y si de todas maneras incurrieras en ese error, cuidado con las aclaraciones. Podés quedar aún peor.
4) El toilette no es buen aliado de la primera cita. Evitá las múltiples visitas. No es bueno que la primera vez que ves a alguien, te asocie con nada relativo al baño.
5) No mucha gente está dispuesta a tener sexo en la primera cita, pero si eso es algo que estás considerando, tratá de no comer cosas pesadas y/o picantes. Ya habrá tiempo para ruidos y olores, pero démosle un poco de espacio al romance y al jabón de tocador. Todo lo demás puede esperar unos años de pareja.
6) Baja autoestima no es sinónimo de humildad. Antes que cualquier cosa, es importante no ponerse a una misma en un lugar de mierda. Los lugares de mierda están saturados. En la primera cita se negocia todo lo que a la otra pueda parecerle atractivo de nosotras. Y la victimización ¡no es un afrodisíaco!
7) Hay muchos temas que deben ser esquivados, siempre que se pueda:
- Ex parejas
- Yuyeos recientes
- Engaños y mentiras (propias)
- Traumas de la niñez
- Adicciones y desórdenes de todo tipo
- Verdades oscuras
- Secretos familiares
- Escatologías, secreciones y erupciones

Es muy claro que una siempre tiene que mostrarse tal cual es, pero no hay que abusar. Sinceridad no es honestidad bruta. No faltará ocasión para develar los misterios más turbios de nuestro ser, pero ese momento no es -bajo ningún punto de vista- en la primera cita.

Si todo sale bien, lo cual no significa que os halláis besado siquiera (el objetivo primordial es pasar un momento ameno y, si se puede, gustarse), en breve se concertará una segunda cita, en la que sí habrá probabilidades de mano en rodilla, caricia leve, me hago la gila y te doy un beso, sino no estarías acá, es claro que te he gustado.
Pero para que eso ocurra, deberás dar lo mejor de vos misma para tener una buena primera cita...
O al menos, para no morir en el intento.