domingo, 28 de febrero de 2010

Ayer me dijo que me regalaba la luna.
Y ella me está gustando tanto que hoy la luna se puso inmensa y amarilla. Una luna gorda que baila una zambita azul cielo.
Tengo tantas ganas de verla que le dije de encontrarnos el martes, aunque quise decirle hoy, ahora, ya.
Juego el más pequeño juego de histeria que puedo jugar porque cuando las cosas salen simples, todos los nudos del tire y afloje parecen innecesarios.

Así era que le había dicho a la vida que tenía que ser.

Y por primera vez,
la vida,
me dio pelota.

miércoles, 24 de febrero de 2010

De pelos y traumas

¿Quién dijo que coger es fácil?

- Shhh! No lo llames así!
- Ok, mi vida, ha-cer-el-a-mor. Pufff!!!
¡No jodamos! A mí me da igual si se lo llama así o asá. Lo importante es que se lleve a cabo. Y con premura, si es posible.

Yo venía impoluta de restricciones. Nadie me había dicho que se suponía que uno tuviera que tener algún tipo de recato. Yo era pura pulsión. Pajas, fantasías y alguna que otra concresión. Si ya tenía edad suficiente para abandonar el pelotero, el sexo prometía ser el terreno de juego en el que iba a poder deleitar todo mi hedonismo.
¡A la carrrrrrga! Me dije la noche que comencé a dar mis primeros besos. Y entonces nadie nunca pudo frenarme... aunque, en favor de la verdad, muchas lo han intentado.
Y los frenos tomaron forma de todos sus traumas.
Señorita 1 no quiere que le toquen los pezones, no le gusta, le hace cosquillas. Se los chupo y se ríe. De verdad. SE RIE.
Señorita 2 no es nada amante de la penetración. No te zarpes. Es capaz de frenar todo. En un microsegundo la temperatura puede bajar a cero. Y eso no es nada agradable.
Señorita 3 no deja que tomes el control. Ella tiene que estar siempre arriba, siempre dominando. ¿Activa? ¿Chonga? ¡Pero yo pensé que podíamos cambiar los roles!
Señorita 4 no deja que la ates ni traigas ningún juguetito. En el recreo de las nenas, no hay lugar para baterías... y el Marqués de Sade se ha quedado dormido.
Señorita 5 te dice: La cola no! las orejas no! los pies me dan asco! la espalda me da escalofríos! la panza no me la mires que estoy gorda!... Pues me está dejando muy poco margen, doña!
Señorita 6 no me deja siquiera que me acerque a su pelvis, ni a ningún punto estratégico dentro de esa zona. ¿Cómo se supone que yo pueda...? ¿Es que no quiere que yo...? ¿¿¿Pero qué demonios quiere usted???!!!!

Como ayer estaba por ir a la casa de Señorita Stopeadora, me depilé de cuerpo entero. Medio kilo de pelos menos (y el imbancable dolor del tirón de cera) y ella se sentía malmeduelelapanzameduelenlasganas. Entonces no se hizo nada de nada. No hay cosa peor que depilarse al re pedo.
Ni hablar de las veces que, con Señora Ex, tuve que acudir a la gilette de emergencia, para podar a esos indeseables que siempre aparecen en el momento más inoportuno. Esa maldita maquinita que irrita y que después de que ella se quedaba frita (antes de cualquier tipo de acción, querida, esperá que me pego una duchita, sí, sí yo te espero...) empieza a dejar sus marcas de picazón en toda la piel.

Es así como los traumas y los pelos complotan para que tengamos mucho menos sexo del que mereceríamos, como las honrosas ciudadanas calentonas que somos.
Por suerte están las pajas, que no hacen distinción. No les importan las frustraciones, los fantasmas del pasado, ni las peludas realidades.

Y también mi promesa de que, Señorita Stopeadora, aún con sus traumas: Yatevuagarrá!

lunes, 22 de febrero de 2010

Una para mí

Cuando yo tenía 12 años, Kari tenía 18. Nunca entendí nuestro vínculo, pero cada vez que la veía, la tierra rugía. El aire se volvía espeso como el dulce de leche y ella se abría paso entre los grumos de azúcar para acercarse a mí, porque cualquier cosa que fuera eso, ella también lo sentía.
En esa inexplicable complicidad, más profunda y densa que cualquier noviecito de ocasión, reconozco mi primer amor.

El sábado pasado fui a bailar. Linda, fea, alta, flaca, rubia, morocha, tetas, culos y esos raros peinados nuevos. Todos los tipos de mujer. Y sin embargo, las veo detrás de la vidriera de un mercado que no es el mío.
Y quizás, el amor no sea un mercado.

"A vos no te gustan las jipis, te gustan las intelectuales", me dijo hoy mi partner in crime. Pues no lo sé...
A veces me siento en la necesidad de armar una lista mental de lo que busco, con la esperanza de tenerlo visualizado por si un día aparece:
Chica busca chica inteligente buena humilde solidaria c/luz amor 2 ambientes cocina comedor. Mandar cv.
Y después de ese infame listado de compras, me pregunto dónde pretendo publicarlo.
Y quizás, el amor no sea un clasificado.

"Una para mí", le pido a los reyes magos. Y vuelvo a aquellos días en que la panza se hacía de gomaespuma. Kari aparecía por alguna puerta y entonces viajar a Neptuno no requería más que una sonrisa y un poco de combustible.

Y quizás, alguna vez, el amor pueda volver a ser esa quimera galáctica, la inocencia de un chupetín, un arrullo, un terciopelo y todas esas cosquillas.

viernes, 19 de febrero de 2010

Señas particulares

Para detectar una torta en cualquier ámbito que no sea un boliche u otro tipo de situación específicamente gay, necesitaremos nuestra más aguda percepción.
El amor puede aparecer en los rincones más recónditos, así que debemos estar preparadas para pegar el zarpazo. Y si querés saber si esa que te gustó entre la multitud de gente vive en la isla de Lesbos tanto como vos, sólo hay que saber ver.
Hay varos tipos de tortas y, por ende, distintas maneras de detectarlas.

CHONGAS: Sus señas particulares son las uñas cortas (cualidad que comparte con sus demás concho-loving sisters, pero ella simplemente no puede tolerar ni un milímetro de uña sobresalida del dedo), manos en los bolsillos, corte de pelo seriamente pasado de moda (la chonga rara vez corre riesgos con el corte; elige uno que hace 5 años le quedó bien y se aferra a ese para siempre). Este especimen es el de más fácil detección. Cualquier tortita amateur es capaz de reconocer una chonga cuando la ve. Aunque: Ojo! Hay muchas símil chongas que terminan siendo machoncitas pijadictas, que te cagan toda la teoría.

ALTERNATIVAS, darks, punks y toda la gente que usa remeras negras con mangas (más aún si vienen con el nombre de alguna banda de música): No tiene importancia definir su sexualidad. Incluso siendo heterosexuales todas ellas han tenido o desean tener una historia con una mujer. Estas señoritas de remeras negras son el semáforo verde que estabas esperando. No lo dudes. ¡Arremeté!

VETERANAS: Las señoras adultas son aún más fácilmente detectables en su tortez que la chonga común. Si te parece que una mujer de edad avanzada es torta, probablemente lo sea.
La abuela cree que son las eternas solteronas porque hace rato no presentan candidato, pero ellas tienen un frasco secreto lleno de caramelos para chupetear cuando hace falta. Los rulos locos (encremados o aceitados), el chicle cancherito y el pantalón a la cintura son la fuente de su sex-appeal y las señas más particulares de este especimen. Las hay por doquier: atendiendo negocios, encabezando grupos de trabajo, manejando taxis, en bares, boliches y viajes de todo tipo. Te digo más: si tu tía nunca se casó y hace mucho que no blanquea una relación, empezá a dudar...

LAS DE INDUMENTARIA: Son las más difíciles de detectar. Las "loquitas cool", las que salen a fiestas que pocos conocen y diseñan su propio vestuario son tan, tan extrañas para quienes no curten ese mambo que son casi imposibles de detectar, a menos que seas una de ellas. Son las hijas bastardas de Amelie, ciudadanas ilustres de Feriamericana Land. Por lo general se detectan entre sí por un código de miradas que, quien poco sabe de indumentaria, jamás podrá comprender. Las ves besándose y pensás: ¿Por qué no las detecté yo? Pues te aclaro que ni tratando de aprender con la Catalogue en mano. Ese es un talento innato.

INTELECTUALES: Gran parte de las intelectuales heterosexuales pueden ser confundidas por tortas. Los anteojos de marco negro, el corte de pelo vintage (rulos exacerbados, corte taza, irregulares, etc.) y esa onda tan, tan agreta. ¿Cómo detectar a la MujerQueAmaMujer entre ellas? Pues la torta es aún más agreta. Estos seres que se dedican a las artes, la ciencia y la militancia político-feminista de una manera seria y comprometida, no te largan una sonrisa ni por puta (salvo que estén entre otras de su especie). La torta intelectual lleva como estanderte una clara actitud de que si sos un gil no se van a molestar siquiera en dirigirte la palabra.

LAS ALTAS: Las mujeres que superan los 1,75 cm. pueden ser minas que parten el piso por el que caminan o ser absolutamente toscas. La segunda opción es la que llevan adelante las tortas. Cualquier torta tiene problemas para evitar los gestos brutos y ciertamente masculinos. Pues en esa empresa la torta alta, que es larga de extremidades, se las ve bien negras. Cualquier gesto medio achongado, por mínimo que sea, se hace gigante cuando lo ejecutan ellas. Por eso la alta es la torta que ves desde la luna. Y si todo esto no te alcanza para reconocerlas (no te dejes confundir por el uso ocacional de carteras) fijá la mirada en sus otras señas particulares: sus bastante desactualizados lentes de sol (en degradé hasta el transparente) y su manía por marcar efusivamente cada paso de baile cuando en un boliche pasan música electrónica de más de 3 años de antigüedad.
De todas formas si no sos alta, ni te gastes. Las altas no sólo se ponen de novias con otras minas altas sino que (por una rara coincidecia de la afinidad y la naturaleza) hasta el grupo completo de amigas de la torta alta son, de hecho, otras tortas altas.


Serán bienvenidas vuestras contribuciones. Después de todo, siempre es útil aprender a detectar la aguja multicolor en el pajar de la heterosexualidad.
¡A afinar el gaydar!

jueves, 18 de febrero de 2010

La esposa muerta

Caminando por la calle, en abrazo mutuo, MaridaDespechada le cuenta a GarcheNuevo las interminables historias con su ex.

"Vos no entendés. Ella era taaan...".
Tan todo.
Un tatuaje con su nombre, un anillo y la esperanza de que un día cambie y vuelva para decir que está mejor, que ahora sí la va a cuidar y que todo va a estar bien.
Y entonces aparece en su pupila un arcoiris, duendecitos juguetones y pájaros de papel revoloteando de una oreja a la otra.
MaridaDespechada cree firmemente que ese día va a llegar y por eso la espera.
Espera que su amada esposa muerta resucite.
Porque nadie va a ser mejor.
Porque ella era taaan...
Tan todo.

Y GarcheNuevo está ahí y es menos que un recuerdo.
No califica ni para tatuaje.
Una pena.
GarcheNuevo está con ella, en abrazo mutuo, soportando las historias, los tatuajes, las muertes.

A veces, los finales no se cierran y las esposas muertas deambulan zombies, comiendo los cerebros de sus Maridas Despechadas.


Habrá que aprender a enterrar.

sábado, 13 de febrero de 2010

Pienso, ¿existo?

Estábamos no durmiendo la siesta, abrazadas sobre la alfombra voladora que surcaba los cielos del Reino de la Buena Energía. Habernos encontrado en esas hermosas tierras había sido una verdadera obra de magia.
Ella me había contado sobre sus traumas sexuales (todas las mujeres que conocí tienen alguno) y yo había dejado mis traumas en casa, en el cajón donde guardo los cachivaches que cuesta tanto tirar. Por supuesto, algunos traumas se cuelan en las mochilas, silenciados. Pero en ese momento no dormíamos y yo era toda felicidad y ansia de besos.
Pero ella y sus traumas...
Y yo y mis ansias...
Entonces todo era quietud y yo soplaba los ríos con la mente, para ver si algo se agitaba. Y mis pensamientos hacían huracanes que quedaban atrapados en el interior de mi frente. Y nada, nada de nada. Sólo estábamos ahí, no durmiendo. Hablando... demasiado.
Yo me levanté y solté la bomba de mierda atómica, que siempre tengo que lanzar para destruir los reinos y para reivindicar mi soberanía o vaya uno a saber para qué.
Y dije que yo no iba a tolerar... pero de ninguna manera!!! que allí debían agitarse los ríos, que allí debían haber huracanes... y que sus traumas y que mis ansias...
Y muy enojada agarré mis cosas y me bajé de la alfombra voladora, porque si nuestras brújulas querían distintos nortes, pues entonces nada teníamos que hacer volando juntas a la deriva.
Yo dije justo lo que pensaba, porque yo pienso que... y pienso que...

Y entonces ella, con su mejor tono de mujer adulta me dijo:
- Vos pensás mucho, pero no hacés nada.

Y yo que creía que pensaba, ergo existía...
Pero pensar, a veces me roba la existencia.
Yo era pensamiento, ella era acción.
Y con un par de palabras me cerró el pico.


Y después, por suerte, me besó.