lunes, 31 de mayo de 2010

Estática


Todo lo que me pone triste habita fuera de mí.
Todo lo que me angustia se cocina en mis hornallas.
Y cuando ambas confluyen, sólo se me antoja reposar mi inexistencia dentro de una cajita, hecha un bollito de sábanas y suspiros.
Así sobreviene cuando de afuera se manifiesta lo terrible y a su tiempo hierve en el diafragma el brebaje de dolor, las mismas elecciones y la tan conocida cadencia para llevar un suceso directamente hacia el fracaso.
Entonces abro la cajita y me meto. Cada vez con menos ganas de emitir sonido, porque parece ser la historia que conté ayer o el mes pasado. La misma dramaturgia, la similitud de personajes y decenas de temporadas de permanencia en este teatro de la vergüenza que asegura el éxito rotundo de mi propia ruina.
No me interesa mucho más que llenar la cajita de almohadones y pañuelos y que nadie me hable, porque me muero de verme reflejada en los ojos de los otros. ¡Atrás, ilusos! Eso que afirman, ya me lo he dicho. Y sigo aún reescribiendo guiones de rumbo equivocado, una y otra vez, a pesar de las tachaduras y de mis propias notas de advertencia.
Afuera y adentro todo es reiteración inacabada.
Cierro la cajita y me duermo.
Hoy no quiero.

Mundialidad




¡Gooooooool!
Gritábamos juntas la goleada contra Serbia y Montenegro. Nos abrazábamos y nos besábamos, todavía.
¡Goool! Empezábamos un junio de 2006 que todavía significaba que ella y yo compartíamos la cama, el techo y, quizás, unas cuantas mentiras.
¡Goooool! Y me olvidaba de esa cartita que encontré en su casa, esa que no era mía.
¡Goooooooool! Dejando de lado que no podía usar otras ropas que no fueran negras y que odiaba inhalar el aire que no fuera el que ella exhalara, porque ella era tan todo, que no había Mundial o realidad que no la tuviera bajo mis uñas.
¡Gooooooooooooool! Y yo tenía muy poco para festejar, esa argentinidad de banderitas y maquillaje, menos mal.
¡Gooooooooooooooooooooool! Pero no hubo esfuerzo que alcanzara para sostener ese resultado temporario.
Teníamos las mejores intenciones, pero al final perdimos por penales. Y nos devolvimos la vajilla y los proyectos.


Cuatro años de durísimo entrenamiento. Llanto, terapia, estudio, bicicleta, viajes, cortes de pelo, polleras, colores, sonrisas, veredas, amigos, música.

Cuatro años. Y hoy me festejo a mí, más que un manojo de goles.

jueves, 27 de mayo de 2010

Decir que sí, decir que no




Si ya no te gusta, es por una larga lista de cosas. Podés hasta organizar lo que no te gusta de ella en orden de importancia:

1) Su voz
2) La palidez de su existencia
3) La música que escucha
4) La forma en la que arrastra los pies al caminar (como arrastra su ser, pisándolo, expulsándolo)
5) Las cosas que me cuenta (aburridas, carentes de creatividad, elocuencia, humor)

Si ya no te gusta, lo más mínimo te irrita. Te molesta hasta que deje su olor en cualquier rincón de tu casa. No le perdonás ni siquiera lo que ella no puede evitar. No te importa su perro ni su historia clínica. No disculpás su existencia. Pero lo que menos le perdonás es que ya no te guste ni un poquito.
Y querés decirle que no, aunque te mate de pena, aunque te coma la culpa. Que no. Aunque ella no lo haya preguntado.

Pero me cuesta cerrar las historias. Me da tristeza cada despedida. No se me hace fácil sacarlas de mi vida, por insignificante que haya sido el tiempo que hayamos compartido.

Siempre tuve problemas para decir que no.


Si te gusta, en cambio, no tiene ningún sentido. Si quisieras, de todas formas, podrías hacer un listado de cosas que adorás de ella. Y esperarías que todos tus amigos te escuchen enumerarla. A saber:

1) Su voz
2) La luz de su existencia
3) La música que escucha
4) La hermosa y delicada forma en que camina (como va preciosa por el mundo casi sin notarlo, liviana, mágica)
5) Las cosas que me cuenta (cargadas de todo eso que ni ella sabe que tienen sus palabras)

Y tantas otras cosas que no decís por pudor, porque si tus amigos supieran lo obsesiva que sos cuando alguien te gusta, los muy conchudos podrían volverse un espejo y mostrarte a vos misma lo obsesiva que te ponés.
Igual hacés la lista mental. Jugás con esa lista. Le marcás crucecitas cada vez que ella hace una de esas cosas que ya tenías anotadas o agregás cosas nuevas que no dejan de ser maravillosas, tanto que te preguntás cuándo acabará esa lista, porque si no termina de reproducirse, toda esa belleza te va a pesar tanto que no habrá forma de que no te hunda.
Pero después, ¿qué te importa esa lista? si la revisás, no es más que un puñado de pequeñeces, porque nada de eso hubiera importado si toda ella no fuera lo que es. Y eso que es no tiene explicación fuera de tu ser. Es lo mismo que cualquier otra, para una otra que no seas vos. Porque ella es ella para vos y no tendría ningún sentido para alguien más.

Y querés decirle que sí a una pregunta que nunca hizo. Sí. Sí, quiero. A todo sí. A toda ella sí. Porque cada cosa que hace es un sí. Y eso da tanto terror que simplemente estás esperando que salga el monstruo que vive en tu panza y la espante de una vez por todas.

Siempre tuve problemas para decir que sí.

domingo, 23 de mayo de 2010

¿Para qué la querés?

 

Miro ropa. No debería porque no tengo plata, pero algo miro, porque justo paso por unas vidrieras. No me importa mucho, porque realmente no es buen momento y no estoy preparada económicamente para afrontar una compra. Pero un ojo insurrecto se me va hacia los escaparates. Y no es que siempre mire ropa; sólo me gusta estar atenta.
Entonces miro ropa. Parece que hiciera varios siglos que no actualizo el placard. Hay bastantes prendas y algunas son relativamente accesibles, pero como siempre: no me gusta ninguna. Sigo andando y recuerdo que hace tiempo vengo soñando con encontrar una remerita así, con detallecitos asá... y creo que la tengo vista en determinado lugar. Pero no. Mirá que la remerita que yo te digo la tenés que tener en el depósito, si no es en este local, será en alguno de la zona, porque yo siento que hay una remerita para mí, porque si yo soy así, tiene que haber una prenda que me calce, incluso aunque tardemos un tiempo en adaptarnos orgánicamente. Es más, creo que la vi una vez, de la vereda de enfrente y no sé porqué no la compré ese día. Por eso ahora me gusta estar atenta, para no perder el rastro de esa remerita.
Continúo mi paso, porque ya que asumí que estoy en la búsqueda, siento que estoy lista para encontrar mi remerita. He visto varias parecidas y no estaban caras. Quizás sí pueda afrontar el gasto, después de tanto tiempo de ajuares vacíos.
Encuentro una que se parece mucho a la que yo tenía en mente. La pruebo, pero no me queda bien. No vamos juntas. Algo simplemente desentona. Y por primera vez, no me resigno a comprar lo que no quiero.
Me rindo. De todas formas recuerdo que mis finanzas están en rojo y que no estaría de más darme unas semanitas para bajar los hidratos engullidos por culpa del frío.
Pero cuando vuelvo a mí, siento en el fondo que ella está ahí, tan cerca. Y que yo estoy muy bien, absolutamente lista para dar con su paradero. Y entonces, por puro giro de los azares menos azarosos, miraría a la izquierda y la reconocería en la vidriera de un negocio. No sería exacto como la que tenía en mente: sería mejor. Sería real. Yo sabría que en el momento adecuado la vería ahí mismo, en ese lugar, justo cuando dejase de buscar y me encontrase conmigo y con toda esa belleza que gastó las suelas de la conciencia y me hizo salir a mi propio encuentro, antes que al de cualquier accesorio.
"¿Te la envuelvo para regalo o para qué la querés?", me preguntaría la vendedora.
"Me la llevo puesta. Es para mí".
Y así sería todo.

Sólo por eso, a veces, miro ropa.

martes, 18 de mayo de 2010

Alias Tortódroma

Tengo una biblioteca no tan grande como me gustaría. Tengo un siku colgado, que nunca aprendí a tocar y una colección de piedritas de lugares muy significativos. Tengo una bicicleta fucsia y un par de vestidos nuevos que adoro. No lavo los platos seguido; de hecho: odio lavar los platos. No tengo gato, lo intenté pero no congeniamos. Cada vez que viene época de parciales, la casa se me revuelve completa. Tengo una whipala y una heladera que no tiene más que mayonesa y fernet. En mi pieza siempre hace frío y hace poquito pinté una pared de violeta. Trabajo menos de lo que debería, leo menos de lo que me gustaría, nunca escuché mucho rock. No terminé la carrera de cine, pero casi. Viajé con una mochila y un miedo terrible. Y en la intemperie me sentí protegida. Encontré mi sexualidad cuando pude y huí de todos los grupos que me hubieran censurado. Dejé a mi novia de tantos años (o me dejó ella, pero justo cuando yo más lo necesitaba) y fui libre. La Universidad de Buenos Aires me cambió la vida. Los amigos me guiaron en el despertar, me acompañaron. Nadie me entiende cuando hablo de luz, pero quien me entiende, realmente me entiende. Son tan sólo 29 las veces que vi la primavera. Nunca más podré alejarme del espíritu revolucionario. Soy noctámbula veraniega y en invierno prendo todas las estufas. Aprendí a dejar que la tierra me llevase donde tuviera que ir. Y cuando me pierdo, me busco por dentro.

Tuve un corazón roto, muy roto, muchas veces roto. Y empecé a escribir. No importaba lo que contara, mientras pudiera expulsarlo todo. Entonces elegí evitar el sustantivo y ser sólo adjetivo. Ser torta, tortísima, Tortódroma. El compromiso era salir adelante. Decir todo lo que no estaba pudiendo, lo que me desgarraba. Y preferí no tener nombre para facilitar la tarea. Aunque jamás lograba sentirme completamente Tortódroma. Tortódroma era mi proyecto y yo nunca parecía llegar a alcanzarla.

Pero tomé la vida. La agarré de los pelos y la hice mía. Después la besé y nos amamos. Y así entendí que soy todo eso, la biblioteca pequeña, las estufas, el lío en casa, la música hermosa, las noches de verano, las piedritas, la bici y cada uno de mis relatos. Yo soy Tortódroma y también Silvina. Silvina es Tortódroma.

A todos los que me han leído durante este tiempo, a todos los que han preguntado mi nombre y que por prudencia he elegido ocultar, aquí yace finalmente la sustancia que le da ser al adjetivo. No hay porqué seguir negando una identidad que está completa de contenido y que grita por emerger.

Y para mí es tan importante esto, como pedir un abrazo, exponerme a la crítica o decir que soy lesbiana. Tan afuera y tan libre. Así de importante.

Un abrazo muy grande!
Silvina.

lunes, 17 de mayo de 2010

Las Lesbonesas



En el siglo XIV, cuando todavía no estaba colonizada la parte sudeste de Australia, existía una tribu peculiar con un serio problema demográfico.
La tribu de las Lesbonesas, contaba con tan sólo diez hombres. A estos seres únicos, se los utilizaba como moneda de cambio entre los diferentes clanes en los que se dividía la tribu. Un hombre equivalía a veinte cabezas de ganado, varias hectáreas cerca del arroyo, pieles, metales preciosos y riquezas de toda índole.
Las Lesbonesas utilizaban a los hombres sólo para la reproducción de la especie, pero las familias se establecían entre mujeres. La tribu nunca había podido pensar en formar familias entre personas de diferentes sexos, pues por la bajísima tasa de población masculina esto era imposible. Además, como el intercambio de hombres era la única forma de comercio que habían creado, no permitir la libre circulación masculina era un atentado contra todo su sistema de vida.
Por eso Kuna y Taíla eran esposas, así como Mihirán y Bladarek y así todas las demás.
Pero ocurrió un día que Alkahuni, hija de Jellara, lista para casarse con Louasa, fue llevada ante la presencia de uno de los hombres preparados para la fecundación. No tuvieron más que mirarse a los ojos y cruzar un par de palabras para que se enamoraran perdidamente.
Alkahuni rompió su compromiso con Louasa y tomó al hombre en concubinato.
Si bien nada prohibía que una mujer y un hombre tuvieran un romance, estaba moralmente sancionado y por eso, cada vez que Alkahuni y su enamorado pasaban por la puerta de la casa de sus vecinas Kuna y Taíla, ellas les gritaban: ¡Heterosexuales! ¡Horribles, horribles heterosexuales! ¡Que el Dios Munti los castigue!
Mihirán y Bladarek, que eran las poetizas de la tribu, se vanagloriaban de haber conocido otras tribus con sistemas diferentes, por eso cuando los heterosexuales se besaben en público ellas miraban para otro lado y preferían no hacer comentarios (aunque tampoco los defendían cuando las demás esposas los criticaban cruelmente).
Un día Jellara pidió a la sacerdotiza de la tribu que le hiciera una visita a Alkahuni para quitarle el embrujo heterosexual al que había sido sometida su hija. Pero no hubo nada que la sacerdotiza pudiera hacer: Alkahuni tenía una enfermedad sexual incurable. Ella replicaba que lo que sentía era amor, que no podían prohibirle amar a quien ella quisiera, pero las Lesbonesas eran una de esas tribus verdaderamente primitivas. El Dios Munti había querido que todas sus hijas se amaran entre sí. Y así debía ser. Y si no era así no era natural, no era sagrado, no era nada más que una aberración. O al menos eso había dicho el Dios Munti, a quien nadie nunca vio, pero dicen que dijo... ¡aseguran que dijo!


Alkahuni y su concubino vivieron felices y tuvieron varios hijos; hijos que fueron educados en el amor y en el respeto por el otro. Y viendo ese amor, muchas otras Lesbonesas se atrevieron a confesar su amor por los pocos hombres que quedaban. Y entonces la tribu debió cambiar su sistema de comercio y sus valores. Y no pasó nada más que eso. Cambiaron y se adaptaron.

A medida que los siglos pasaron, a nadie le pareció tan raro que algunos fueran heterosexuales. A nadie le pareció raro para nada, casi era natural, o incluso más natural que una tribu de lesbianas primitivas, porque después de todo, el lesbianismo no estaba bien en un mundo que terminó teniendo mayoría heterosexual, porque un día lo dijo un Dios, un Dios al que nadie vio, pero dicen que dijo... ¡aseguran que dijo!

miércoles, 12 de mayo de 2010

Manual del Opinólogo Homofóbico

A partir de la estrepitosa escalada de libertinaje sexual que vienen promoviendo los anarquistas, comunistas, chavistas y los grupos de perversión sexual del país, la Iglesia Católica Argentina lanza su edición 2010 del "Manual del Opinólogo Homofóbico (Pequeño Bergoglio Ilustrado)", ahora con prólogo de Cynthia Hotton.
Ante el debate de la ley de matrimonio entre gente del mismo sexo (que aparentemente también podría ser que uno se pueda casar con una mascota, niños, un poste de luz o quién sabe qué otra desviación marital) usted debe expresar su opinión en forma inmediata. Si usted calla puede ser tomado por puto.
Algunas cuestiones que deberá tener en cuenta a la hora de expresarse homofóbicamente como Dios manda:

1. En lo relativo a afiches para la vía pública la ortografía no es significativa. El lenguaje de la gente es el de la urgencia. Lo importante es expresar una opinión de forma rápida y contundente. La ortografía es cosa de lesbianas intelectuales (y mal cogidas, porque les falta una pija, obvio).

2. Invoque de vez en cuando un reclamo relativo al bienestar de los niños (los niños primero, un sol para los chicos, etc.). Los niños son propiedad de los heterosexuales, únicos responsables de reclamar por los derechos infantiles (no importa si después no se respetan, alcanza con que se diga que se pretende respetarlos).

3. Para expresar su opinión en forma científica, utilice silogismos claros, del estilo: "Todos los zurdos son putos. Roy Cortina es zurdo. Entonces: Roy Cortina es puto". Eso es ciencia.

4. Cite pasajes de la Biblia para apoyar sus afirmaciones. No tiene importancia si esas frases bíblicas nada tienen que ver con la afirmación que usted realizó. Los putos no entienden la Biblia y las tortas jamás la leyeron. Las tortas sólo leen poemas de Safho, Pizarnik y Girondo.

5. Tenga siempre a mano una hipótesis Papal cada vez que se dude de la certeza de sus opiniones. Dichas hipótesis serán mejor recibidas en tanto, además de calumniar a los homosexuales, limpien la imagen eclesiástica. Un buen ejemplo de esto sería el siguiente planteo: Los curas no son pedófilos; los pedófilos son los putos infiltrados por el Servicio de Inteligencia Gay para ensuciar el buen nombre de la Iglesia Católica. No estará de más agregar: los putos no tienen religión porque son hijos del diablo.

6. Cuando se refiera a travestis, siempre utilice el artículo másculino: LOS travestis. Decir "LAS travestis" es retórica de militante feminista, por ende torta (toda militante feminista es lesbiana; las mujeres heterosexuales se casan, no militan).

7. Es necesario que dé a conocer públicamente su condición heterosexual. Para lograr esto, ningún término será suficientemente peyorativo. Refiérase a aquellos que no son como nosotros mediante los siguientes nombres: marica, puto, tortillera, chupaconcha, traba, enfermo, anormal, desviado, anti-natural. Así quedará bien claro que usted no sólo no es como ellos, sino que siendo mejor que ellos se apiada de su condición.

8. Los adolescentes, curiosos de sus cuerpos, pueden incurrir en el error de juntarse con floggers y convertirse en híbridos del género, de esos que uno los mira de atrás y no sabe qué son y los mira de adelante y no sabe qué son. Necesitamos saber qué sexualidad tienen nuestros jóvenes y para eso es importante forzarlos a definirla. Invítelo a mirar programas de tv en los que la homosexualidad sea motivo de burlas y la mujer ocupe el lugar de gato que Dios le dio. Magazines, reality shows, programas de entretenimientos y programas periodísticos autodenominados "progres", serán buena fuente de educación de género.

9. Si bien el discurso elocuente es menester de quien debe dirigirse al público letrado de las buenas familias de la sociedad tradicional (y por familia entendemos hombre-mujer, cosa que nunca está de más recalcar en estos días de caos e inseguridad, porque no olvidemos que la inseguridad hay que tenerla siempre presente para seguir siendo las buenas familias de la sociedad traicional), será mejor evitar el uso de términos que puedan ser mal entendidos y deformados por el público libertino de la nueva sociedad perversa. En ese espíritu, reprímase de utilizar la palabra "envergadura" bajo todo concepto.

10. Con respecto a la adopción: No acepte la adopción de chicos de la calle. Las parejas de putos o lesbianas convertirán al niño en puto porque la homosexualidad se transmite también vía convencimiento (no sólo genéticamente). Un chico de la calle puede cambiar su status social limpiando vidrios de autos (no en la Ciudad de Buenos Aires, obvio, porque va contra el Código Contravencional). De esa forma el chico pobre puede recuperarse económicamente pero si se hace puto, es irrecuperable. Por eso siempre va a ser mejor darle un secador y detergente que una familia de putos.

lunes, 10 de mayo de 2010

Necesidades y contingencias



Cada vez que Y. me dice lo mucho que necesita a su pareja, me pregunto qué es lo que realmente está diciendo.
Es preciso revisar los libros, quizás algún diccionario, para entender a qué se refiere con "necesidad" porque, como siempre, usamos las palabras sin conocer su verdadero significado.
Aunque ya lo estudié en alguna clase de la facu, me parece que lo más acertado es buscar en la Real Academia Española. Y entonces encuentro lo siguiente:
Necesario: Que forzosa o inevitablemente ha de ser o suceder./ Que se hace y ejecuta obligado por otra cosa, como opuesto a voluntario y espontáneo./ Se dice de las causas que obran sin libertad y por determinación de su naturaleza.

Más adelante el diccionario sí otorga el significado al que, yo asumo, mi amiga quiso hacer mención: Que es menester indispensablemente, o hace falta para un fin. Es decir que "necesita" a su pareja para lograr algo, no entiendo bien qué, pero ella dice que para no estar sola, porque no sabe si va a encontrar remplazo, porque ¡a esta edad!... y justificaciones de esa índole.

Pero yo me detengo en los primeros significados del término que me parecen más interesantes. Necesidad significaría algo que no puede ser de otra manera. Aquello que obligatoriamente debe ser de una forma, por motivos relativos a su naturaleza. Deviene entonces que si algo es necesario no puede ser modificado porque sólo puede ser de un modo y no de otro.
Si mi amiga necesita a su pareja, eso la une a este sujeto de una manera que no se puede cambiar. Ella está irremediablemente atada a su pareja. Debe aceptar que su única forma de existencia en este planeta es a partir de su necesariedad. Casi un asunto kármico...
Y esto me recuerda las noches que me dormía al lado de mi ex pensando que no tenía otra que aguantarla, porque eso era lo que me había tocado en suerte. Yo la necesitaba. Y eso no se podía cambiar.

Lo cómodo de las cosas necesarias es que requieren de ciencias exactas para descubrir su funcionamiento. Una vez que las leyes de lo necesario son descubiertas, podemos experimentar miles de veces y siempre obtendremos los mismos resultados. Es así que, cuando una pareja está unida en forma necesaria, no hará falta pensar mucho. Alcanzará con repetir las viejas fórmulas y tirarse a descansar panza arriba todas las desiciones que no tomamos.

Pero necesarias son las leyes de la física o los axiomas de la matemática. Necesaria es la biología, porque la fotosíntesis o la polinización sólo pueden ocurrir de una forma y nunca de otra.
En lo relativo a las ciencias humanas, no existe la necesariedad. Lo mágico de las relaciones sociales es que son probabilísticas (no hay forma de lograr leyes universales sobre estas cuestiones) y nadie puede estar seguro de nada. Lo que hoy es de una forma, mañana puede ser de otra. Y que un individuo esté determinado por ciertos factores sociales, no quiere decir que su libre albedrío (por más determinado que esté) no pueda tomar una desición totalmente inesperada. La ciencia puede hacer muy poco para lograr predicciones exactas sobre el comportamiento de los sujetos porque, por suerte, nuestras acciones nada tienen de necesarias. Nuestras relaciones son, en todo caso, contingentes. Es decir que las cosas pueden suceder o no. No se sabe. Puede pasar que alguien elija una cosa u otra. Que se comporte así o asá. Y así es que uno elige estar unido a su pareja hoy, pero mañana quizás no. No nos une una relación de necesidad. Tenemos la opción de cambiar de pareja (¡especialmente si nos está haciendo mierda!) así como de cambiar por completo la vida que llevamos. Nuestra existencia personal puede ser de cualquier forma que uno elija configurarla. No hay leyes universales. Todo lo humano es modificable.
Y eso es absolutamente liberador.

jueves, 6 de mayo de 2010

Aceptación II



Mi mamá me llama siempre por motivos bien pelotudos: porque mi sobrino esta resfriado, porque mi papá y el laburo, porque mi hermano y su mujer. Pero ayer no me llamó para nada. Ayer, cuando se levantó y escuchó las noticias debió haberse enterado que hubo una ley en tratamiento y que esa ley fue aprobada y que una minoría que viene luchando hace mucho se fue a dormir parcialmente feliz, esperando que la sanción de Senadores les terminara de arrullar el sueño de la institucionalidad de su amor.
Mamá, que sabe muy bien que su hija es torta, no me llamó para decirme nada.
Me pregunto si mamá tiene idea de lo que ha sufrido su hija cuando, por primera vez, le contó a sus amigos muerta de vergüenza, que todo el tiempo que estuvo escondiéndose había estado besando mujeres. O cuando se imaginó que el rumor se esparciría como la gripe entre sus allegados. O cuando en la calle, de la mano de su novia le gritaron miles de desubicaciones. Me pregunto si mamá sabrá lo que dolió cuando papá me dijo que todavía no podía aceptarme o cuando ella misma admitió que no iba a poder jamás referirse a mi pareja como mi "pareja". ¿Sabrá mamá lo que lastima que toda la familia niegue y oculte mi condición? ¿Sabrá lo mucho que necesité a mi hermano a mi lado en las primeras etapas, cuando él se alejó más que nunca? ¿Tendrá idea lo complicado que es que tu pareja te rompa el corazón y pensar que no tenés espacio para llorar, para angustiarte y para contarle a tus viejos que querés morirte en forma urgente?
¿Sabrán los padres lo difícil que es ser homosexual, lesbiana, travesti, transexual o bisexual en esta sociedad? ¿Alguien les habrá contado lo que se sufre el ocultamiento, la represión, la vergüenza, los prejuicios de los otros?
Yo creo que no lo saben realmente. Porque si lo supieran estarían al lado nuestro para cuidarnos del dolor, para pedir por aquello que nos hace felices, para exigir que se nos respete y se nos trate como seres humanos.
Cuando papá nos rechaza o nos insulta, cuando la familia se ríe de otras personas con nuestra misma condición sexual, cuando mamá le pone un plato en la mesa a nuestra novia, pero no la trata como a la novia de nuestro hermano, eso definitivamente no es aceptación.
Nos conformamos con que al menos, no nos nieguen ni nos repriman. Si no nos tratan mal, alcanza. Si mi novia puede venir a lo de mis viejos, es suficiente. Nos dan lo mínimo y con eso tratamos de arreglarnos. Nunca entendí si es por auto-represión o porque creemos que esta situación familiar es inmodificable. Pero ayer me cansé. Mamá y papá que están al lado mío para enorgullecerse de mis logros académicos, no saben que tengo un blog, no saben con quién ando, no saben lo importante que es para mí que esta ley haya recibido media sanción. Mamá y papá que me llaman para que vayamos a la marcha del 24 de marzo, porque ellos también sufrieron el terrorismo de Estado y a mí me llena de orgullo que ellos hayan luchado por un mundo mejor, no me llamaron para movilizarnos juntos por esta ley, orgullosos de su hija tanto como yo lo estoy de ellos.
La ley recibió media sanción. Pero nosotros seguimos sin ser aceptados. Es hora de empezar a reclamar nuestro lugar. No bancarnos más lo mínimo que nos dan. Son nuestras familias y merecemos todo su cuidado y respeto.
A partir de hoy, voy a poner mi identidad sobre la mesa.
Y que empiecen a darse cuenta que la aceptación es mucho más que hacerse los boludos.

lunes, 3 de mayo de 2010

Breve reseña de los Martín Fierro (minuto a minuto, aunque tarde)



Doce y media de la noche. Me acuerdo que están los Martín Fierro. Los pongo. Están en De Narváez TV. Tengo que ser muy gila para meterme a ver esto.
· Conducen Mazocco y el puto de boca que siempre se me va el nombre. Fantino... ¿eso no es un queso? Ah, no: fontina. Mazocco tiene una sonrisa enorme. No se le baja. Está de 20 pepas. Cada vez que se va para el fondo le ponen rubor, le cuelan un ácido y la empujan al escenario.
· Mirtha Legrand acaba de ganar un premio no sé porqué... supongo que a Mejor Abuela Fascista.
· Ganó Julián Weich y le tiró unos palos a los que son irresponsables con el micrófono y dicen idioteces ultraconservadoras.
· Mike otra vez se disfrazó de prócer.
· Terna conducción femenina. Son todas gorilas: Mirtha, Ernestina (gorila traidora), Susana (uy! se hizo nueva cara... con extra botox). Ganó Verónica Lozano... me cae bien, le daría unos besos. Se emocionó. Ahora le daría más besos.
· Tratame bien ganó otro premio. El único programa de canal 13 que merece ganar algo.
· Rubro Mejor actor de telenovela. ¿Luciano Castro nominado??? Por dios, ¿alguien realmente se acuerda que él era una de las paquitas de Cris Morena? Ah listo, ganó Arnaldo André!! Todavía me acuerdo de la vez que lo vi tomándose un daikiri en Goddess... una imagen que nunca pude borrar de mi psiquis.
· Uuuuhhhh!!!! acaban de mostrar muy rapidito a la Tobal. Se me detuvo el corazón. Casi me tiro a besar la pantalla.
· Isabel Macedo ganó a mejor vestida. Bien... lo mejor que puede hacer es ponerse ropa. Que no haga declaraciones idiotas como las que hizo en la mesa de Mirtha.
· Tobal nominada a actiz de telenovela. Vamos Tobaaaaaaaal!!!! Te bancamos. Uy, pero lo merece Banegas. A ver quién gana... Repiqueteo de tamborrrrrrrrr... Ganó Banegas. Ta bien. Lo merecía. A Tobal cualquier cosa la consolamos.
· Me manda mensaje amiguita Ego Trip y dice: Mirtha parece una piñata envuelta en un chicle de tutti fruti. Jajajaja. Esto es una demencia. Mirtha habla cada vez que puede. Le dan un micrófono y la vieja habla. La odio! Me hace doler la panza. Ni voy a comentar el hecho de que Cara-de-botox-Giménez haya ganado el Martín Fierro de platino. Sigan nomás dándole premios a las gorilas... así el día que se mueran los fundimos y les hacemos una placa enorme para tapar su tumba y no puedan volver como zombies (aunque creo que ya lo son).
· El programa 6 7 8 de canal 7 no ganó ningún premio. Se ve que el goverment no compró todo APTRA (como habían acusado) sino sólo algunas ternas.
· Es sorprendente que el Noticiero del 13 no haya ganado en ningún rubro periodístico. Más sorprendente aún es que no los haya ganado en Labor Humorística, Mejor Telenovela y Programa de Ficción.
· Mazocco sigue sin parar de sonreír. Nooo! se van a un corte. Le van a meter otra pepa. Va a quedar del culo! Por dios! Dejen de drogar a Mazocco!
· Vuelve de la pausa. Mazocco ya bajó la histeria. Evidentemente le dieron unos porros.
· Martín Fierro de oro para Tratame bien. Cecilia Roth elegantísima. Esta se la tengo que conceder. Está perfecta. Bien dado el premio.
· Listo. Terminó. Van a enrollar a Mazocco y la van a poner en conserva para que duerma y no se arrugue.

Una mierda todo, como siempre. Y encima me voy a dormir tarde. Al menos tengo todo el chisme pelotudo y ni siquiera tuve que ir a la peluquería.

domingo, 2 de mayo de 2010

Tu novio es un nabo

El viernes mi profe de folklore me invitó a una fiesta que hacían unos amigos suyos. Ya me había dicho de encontrarnos en alguna peña y yo no había podido, pero esta vez fui.
Caí tipo 3, obviamente, para quedar divina. La fiesta resultó ser muy buena onda. La gente copadísima y el alcohol: sí, agárrenselo de la heladera nomás! Vamo' el socialismo del escabio!!!
Fui con 2 amigos que me hicieron la segunda y cuando llegamos mi profe me abrazó, me hizo mimos y esas cosas que hacen las heterosexuales con total impunidad porque ni se imaginan que una está siendo carbonizada por cada una de sus caricias.
Mis amigos debieron reconocer que lo de la brillantez de sus ojos era cierto. Y estaba particularmente hermosa esa noche, con una pollera larga para hacer zarandeos apropiadamente y una musculosa chiquitita y sus pelos sueltos en una multitud de ondas que le caían sobre el cuerpo y yo quería ser su pelo para besarle esa piel morenita preciosa que porta sin ningún recato.
La vi bailar la chacarera y algunas otras danzas y después le tocó el turno a la zamba, que es un baile muy seductor y si una mujer la baila como se debe, no hay posibilidad de no enamorarse.
Finalmente sobrevino la presentación oficial. Me puso en frente a su novio y nos hizo conocer. Él dijo un par de idioteces y sólo tuve que unir su rostro de nabo con sus comentarios de nabo para darme cuenta que era un nabo reversible: absolutamente nabo por donde lo mires.
¿Por qué las mujeres maravillosas se juntan con nabos? Alguien explíqueme por favor. Porque si su novio fuera una digna competencia contra cualquier otra persona que, como yo, quisiera amarla por ser todas las cosas mágicas que es, entonces lo entendería. Pero es un N-A-B-O. Podría ahuyentarlo con un repasador como a una mosquita tonta. Nabísimo. Y ella lo besaba. Lo besó toda la condenada noche. Y yo me preguntaba cómo hacía él para aguantar tanto beso y tanta gente... yo no hubiera podido. Hubiera tenido que llevármela, todita para mí a cualquier lugar donde su bella pollera quedara tirada en el piso junto al resto de los retazos que la separaban de mí.
Pero no. Mi profe elige a ese nabo, que no hace ningún mérito suficiente (que yo sepa) para amarla como es debido. Y todo porque es un señor, porque tiene sexualidad masculina y le va a dar hijitos heterosexuales y van a tomar vino y a comer empanadas por siempre.
Maldito nabo suertudo.