miércoles, 17 de noviembre de 2010

Terapia de mierda



Me lanzo sobre su sillón casi recostada, pensando si esta vez me animaré a hacer diván. La sesión du jour lo amerita.
Segundos atrás, él me había preguntado cómo andaba, entre los besos de bienvenida. Nunca sé qué contestarle en esos breves pasos que nos llevan hasta su consultorio. ¿Bien? ¡Pero si estoy mal! ¿Cuándo es que Juan se convierte en Juan Terapista y ya puedo decirle que estoy mal, mal, requetemal!!!? Alguna vez tracé una línea esclarecedora: cuando cruzo el umbral del consultorio. Entonces él me pregunta: ¿cómo andás? Y yo estiro el "mmmbieeeeennnnmmmmmmhhhmmmm", atravieso la puerta y me enfrento a su cara de "es claro que no tan bien", mientras me sambuyo en el sillón en presurosa desición ¿me acuesto o no?, que no es poco.
Pero no, no estoy bien y no me acuesto. Prefiero mirarlo a la cara y seguir siendo tan informales como siempre o quizás sea porque me causa gracia y terror el diván. Ahora estamos en su consultorio y él es Juan Terapista y puedo decirle cómo estoy realmente.
- Conflictuaaadaaa.- Obvio, sino no estaría pagando sus honorarios semanales.
- Contame ¿qué te anda pasando?
- Mierdas, Juan, puras mierdas.
Aunque no quiero empezar así, por la mierda, entonces le digo que en el trabajo estoy más o menos bien, los amigos, lo que hice el fin de semana. Y eso, por suerte, me consume media sesión. Aunque cuando me doy cuenta que he logrado evitar los temas candentes, pienso que después deberé esperar aún otra semana para desembuchar las porquerías que tanto pinchan, así que me decido y desembucho en ese momento, venticinco minutos antes del fin de la sesión.
Por supuesto que siempre es el amor lo que consume mis horas terapéuticas. ¿Y las de quién no? Aunque algunos días pienso que soy absolutamente banal y que debería estar hablando de Edipos y traumas y grandes proyectos a futuro. Y me encantaría escuchar las sesiones de otros neuróticos para saber si hago bien pensando tanto en esas tipas que me hacen enrular los mechones de pelo con carita de niña de doce. Porque es claro que mi pasado merece más que diez minutos de Juan diciendo que mi madre y que con razón yo soy así y yo explicando que ya lo sé, que eso ya lo hablé en otras terapias ¡a mamá mona! y apuro todo porque en realidad a lo que vine es a contarle eso que ya los tiene repodridos a mis amigos y sólo puedo relatar por octava vez a quien recibe suculentas retribuciones monetarias. Pero además, no olvidemos, es al único a quien respeto. La palabra de él para mí es santa. Y hago todo lo que me dice porque así después al menos, si enloquezco, puedo aludir que hice todo lo que él aconsejó y que lo encierren a él también, pero obvio: en la misma salita que a mí.
Juan Terapista me escucha y a veces hace comentarios totalmente desquiciados como: ¿No será que está con otra mina? o ¿Te parece que ella tiene algún asunto con la madre? Y yo me pregunto cómo puede servirle esto a mi terapia pero él es chusma, creo (único motivo para que indague en las problemáticas de las minas que me aquejan) y entonces le digo lo que pienso y agrego: pero volvamos a mí...
Pero Juan, maldito Juan, a veces me dice lo justo. Y yo me quedo perpleja. Después de tantos años de terapias él logra sorprenderme. ¿Qué hago entonces? ¿vivir como él dice? Pero él me dice que viva como quiera, que haga lo que deseo, que busque siempre estar bien, que no me reprima, que sea yo misma. Maldito Juan. Como si eso fuera tan fácil. ¿Y si soy yo pero nadie me quiere? ¿y si soy yo pero ella no me quiere? Y si sí me quieren, pero ¿quién soy yo?
Y aunque Juan a veces me da tareas monumentales, como dejar a esa mina que me hace mal, armar un proyecto para el año que viene, empezar una actividad nueva o desoír los comentarios chotos de los allegados, yo siempre salgo cantando. Acongojada y todo, pero cantando. Y pienso que solucionar ciertas cuestiones me va a costar la vida, pero que si ahora estoy cantando, entonces algo debe estar un poquito mejor.
Qué terapia de mierda. Me confieso dependiente.

14 comentarios:

  1. Exacto. Algo en algún rincón, debe de estar cambiando. Mejorando.. o no sé.
    No puedo contenerme a opinar sobre vidas ajenas. Mala costumbre.


    Me gustó, y firmé-
    Adiós.

    ResponderEliminar
  2. En mayor o menor medida todos somos dependientes, aunque no nos guste aceptarlo no podemos estar sin saber nada de la vida de la otra o el otro, esta en la esencia del ser humano el ser chusma =P

    ResponderEliminar
  3. Yo hice terapia durante dos años. Si no hablás, soltás, escupís lo que te pasa, hacer terapia no ayuda. Cuando hay algo que nos carcome por dentro, hablar es el remedio. Si escribís tan bien, deberías animarte a hablar de todo, y de la misma forma. :)

    Slds Miss T.

    ResponderEliminar
  4. maru: opiná todo lo que quieras. acá estamos para debatir un poco a ver si sacamos algo en limpio colectivamente. un abrazo!

    Caro: jaja, bueno si empezás contame. yo soy muy feliz ahí, capaz porque amo hablar de mí. jaja

    Deb: Ja. gracias niña. Yo hago terapia hace varios años y suelto bastante. pero igual gracias por el consejo.

    Bueno me voy a ver a Graciela Camaño diciendo que se siente muy mal. Ja! qué tipa graciosa.

    ResponderEliminar
  5. "¿Y si soy yo pero nadie me quiere? ¿y si soy yo pero ella no me quiere? Y si sí me quieren, pero ¿quién soy yo?"

    En esas pocas (pero profundas) preguntas, resumiste todos mis miedos...

    Estoy empezando a considerar, seriamente, hacer terapia... claro que, con mi suerte, seguro me toca un homofóbico católico fanático... por algún extraño motivo, la terapia nunca me sirvió... :(

    suerte que tenés a Juan, que te escucha, te banca y te aconseja!

    ResponderEliminar
  6. Flor: No, si vas con esa energía, cagaste! Jaja. Tenés que ponerle pilas y pensar que podés encontrarte un buen psico que te dé una mano. Y que capaz esta vez sí te sirva.
    Bueno, te dejo porque Cynthia Hotton está llorando, otra vez.

    ResponderEliminar
  7. jajajaaj...mañana me toca ir a mi visita semanal de mi terapeuta y justamente estoy con las mismas ondas.
    por lo menos se que no soy la unica que piensa que tendria que ir a terapia por problemas realmente existenciales, y no amorios, pero lamentablemnte, es lo que hay!..

    Saludos, y a seguir cantando, que hace bien.

    ResponderEliminar
  8. Imposible no quererte!!!!
    =)

    ResponderEliminar
  9. jajja, q masa! creo q yo pude haber escrito lo mismo? sera q las tortas somos todas iguales??
    jaja
    besos!
    pam

    ResponderEliminar
  10. torta que se desconoce: lo que pasa es que en realidad los problemas amorosos describen mucho de cómo nos relacionamos con el otro. eso sí es bastante interesante de analizar. además, es lo que más nos dan ganas de contar.

    Anónimo: Gracias... No sé quién sos... capaz te saco por el =) pero lo voy a pensar.

    Pam: Suelen pasarnos cosas similares, sí. Así da gusto comunicarse un poco con el otro, para no sentirse la única naba a la que le pasan algunas cuestiones.

    ResponderEliminar
  11. soy psicologa, hago terapia de divan y no soy torta.. sin embargo, me parecio muy bueno el post!
    firma: otra loca de mierda!! para quienes me conozcan como puente! =)

    ResponderEliminar
  12. muy bueno... hago terapia hace tres años. Soy psicologadependiente. Deberiamos hacer un grupo de autoayuda. Para superar a nuestros terapistas. HAce un par de meses que quiero dejarla, pero la necesito, uff La relacion mas larga que tuve.. jaja (mentira)

    ResponderEliminar