lunes, 24 de enero de 2011

Todo lo sólido se diluye en la sangre

Andrés ya sabe las letras. Reconoce todas las vocales y varias consonantes. Le escribo en un papel "ANDI", con I latina, porque la Y griega no la sabe. Le pregunto qué dice ahí. Se queda perplejo.
- Dale, ¿qué dice? AN...- trato de ayudarlo.
- ¡Tía!- arriesga él y yo me muero de ternura por oírlo llamarme así. Pero a lo que escribí no le pega ni en el palo.
- No, no. Mirá: AND...
El me mira. No sabe adónde quiero llegar.
- ¡Si vos sabés las letras!- lo aliento- A-N-D-I. ¡Dice Andi!
- Es muy chiquito todavía- se mete mi cuñada, en defensa de mi sobrino. Yo no quería culparlo de tonto. Quería enseñarle algo. Pero es cierto: es muy chiquito.
- Sabe las letras, pero no las asocia- me explica Julián, no en defensa de su hijo, sino porque lo quiere tanto que aprendió cada una de las etapas del desarrollo infantil.

Mamá, que está poniendo la picada sobre la mesa, me cuenta a mí pero lo dice frente a todos:
- Vos aprendiste a leer a la edad que tiene Andy ahora, más o menos. Sí, tres y medio, cuatro, ¿no?- consulta con mi papá, que está jugando con Andy a algo que él quiere jugar pero Andy no. No es que papá tenga mejor memoria que mamá, pero mamá sabe que en su idealización, tiende a mentir un poco. Es víctima de sus propios verseos. Después se olvida qué parte inventó y cuál fue real.
- Sí, cuatro años- confirma mi papá.
- Entraste a primer grado escribiendo en cursiva-, explica orgullosa mamá. Y yo no entiendo qué tanto mérito es ese, pero sé que es bastante saber leer a los cuatro años. Andy, que es tan lindo y tan perfecto, entiende las letras pero no sabe leerlas en conjunto. Simplemente no hizo ese click. Yo sí lo había hecho muy pronto. Mucho antes que Julián. Por eso no pregunto a qué edad aprendió a leer mi hermano. Porque sé que esa ventaja mental que le sacaba a Julián lo enfurecía. Y Julián enfurecido, celoso, sólo podía traerme pésimas consecuencias. No lo pregunto ahora y cuando lo miro a Julián pone cara de nada, aunque los dos sabemos del orgullo de mamá. A mí me llena de vergüenza. A Julián de odio. Pero los dos aprendimos a atenuarlo con los años.

Desde hace mucho tiempo quiero decirle a Julián cosas que no me salen. Quiero contarle los problemas que me trajo tener esta cabeza. La bronca de las maestras cuando las desafiaba en seco. Las bromas de mis compañeros cuando las maestras se vengaban y los ponían en mi contra. Todas las veces que me sacaban fuera de la clase por hablar o por quejarme o por ser yo. Lo difícil que era sentirme parte de algo, identificarme con alguien, estar contenida. Lo mucho que intentaba no ser un problema, encajar, ser como cualquier otro. Quiero decirle a Julián que ser yo no fue nunca algo bueno. Pero a Julián ya no le importa. Hemos atenuado los odios, las venganzas. Andy nos trajo una especie de entendimiento mutuo. Un lazo de sangre, una pipa de la paz. Andy, que se parece tanto a Julián, me permite adorarlo a mi hermano a través de él. A Andy lo quiero, lo admiro, lo beso. Todo eso que Julián nunca me permitió. Y menos cuando las palabras de mamá me destacaban por encima de mi hermano.
Así circuló siempre la bronca: yo hacía algo bien, mamá se ponía contenta, Julián se enojaba y buscaba algún motivo para pegarme, yo lloraba, mamá se enojaba con los dos por el lío que habíamos armado. Mi cabeza significaba el amor de mamá, el odio de Julián y el enojo de mamá hacia los dos. Mi cabeza significaba el odio de las maestras y la burla de mis compañeros. Mi maldita cabeza.
"No te preocupes", le digo a Julián con la mirada, "me la estoy rompiendo". Pero Julián no lo sabe. No sabe tampoco que lo único que quiero es que él me quiera. Y ahora me estoy matando la cabeza porque nadie entiende que ser yo siempre fue algo malo, algo terrible.


-¿Qué te pasa que tenés esa cara?- me pregunta mamá.
- Me duele la cabeza.
Llegué a la cena familiar con un omelette de marihuana atravesado en la sien. Ya no me da la mente. Me la estoy matando, Julián. Pero él no lo sabe. Debería estar tranquilo. Mi último gran logro fue aprender a leer a los cuatro años. Mamá no debiera estar tan orgullosa, pero es lo que le queda, no puedo negárselo. Mamá y papá todavía están contentos conmigo, pero yo siento que es por inercia. ¿No me ves, hermano? Me estoy matando porque ya no quiero ser yo. Me hubiera martillado los sesos mucho antes. Pero era todo lo que tenía. Esa era yo. Mi única certeza. Y me los hubiera martillado por vos, por todos los que no me quisieron, por mi inadecuación. Me martillaría la cabeza para poder aceptar cualquier mina. Una que me quiera bien. Para que tome mis huesos, morbosamente destrozados, y me los ordene. Que me vea rota, como estoy por dentro y me lleve por la vida y hacia la vida, porque ya no puedo, porque me maté la cabeza, porque ya no sé quién soy y sólo me falta un golpe de gracia para terminar de aniquilarme. Me la rompería entera, porque así hubiera sido más fácil.

- Ahí sí dice "tía"- le explica mi cuñada a Andy, mostrándole lo que ella acaba de escribir sobre el papel.- T-I-A, tía.
Pero Andy sigue sin entender o no le importa y lo agarra a mi papá para que lo lleve a jugar a otra cosa.
No sé porqué quiero enseñarle a leer. No quiero que Andy sea como yo. Es hermoso, como era Julián. Y la gente le va sonreír siempre, porque con esos ojos y con esa alegría compradora, ¿cómo no quererlo?
Como lo querían a Julián. Como yo quería que me quisieran. Pero eso Julián no lo sabe.

7 comentarios:

  1. esto si me hizo mierda....ya lo leí pero sigo llorando lpm

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  2. ayyyyyyy nooo, sabes que desde que teniamos 4 o 5 años siempre me encanto tu forma de escribir tus cuentos, tus dibujos! tu humor, tu rebeldia, todo!! no te compares con Julian, porque cada uno siempre tuvo lo suyo y lo sabes! Te quiero muchisimo Sonsona!

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  3. Es imposible no contagiarse de lo que vas sintiendo cuando escribis.
    Celebro el dia que te animaste a empezar a escribir este blog! Un gran acierto!
    Cada texto es aun mejor que el otro...Simplemente excelente.
    Te lo digo siempre, sos muy grosa!

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  4. Ahhh, sos una hija de puta, me hiciste mierdaaa. No se que tanto hay de ficcion, si lo hay, pero no te destruyas pur favour u_u
    Repito, sos una hdp!

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  5. esto fue muy duro.
    y muy brillante.

    y... auch.

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  6. Emotivo, penetrante y duro. No apto para quienes estamos atravesando un momento de mierda. Me dieron ganas de darte un abracito! Fuerza T!

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  7. un poco por identificación , otro poco por empatía y el resto porque escribís de un modo hermoso , y me hiciste estremecer toda ...


    como dijeron por acá , no sé cuanto hay de ficción pero de todas maneras: que difícil se hace cuando todo lo que queremos es librarnos de lo que somos y nos cuesta tanto tanto ... y si encima alrededor no lo comprenden ...

    nuestro peor enemigo somos nosotros mismos , leí alguna vez en algún lado , y el 99% del tiempo estoy de acuerdo


    besooo muchacha !!
    y un abrazo grande para ahuyentar las penas :)

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