domingo, 10 de abril de 2011

Padeceres

Qué pena me da Romi. Ayer una vez más, la misma conversación telefónica de siempre.

- Yo bien, Romi... ¿vos bien?-, le pregunté anticipando la respuesta por el tono lúgubre de su voz.
- Maso. Me peleé con Sole.
- ¿Qué pasó ahora?- le dije con un énfasis en la palabra "ahora". Sí, qué pasó ahora, como tantas otras veces. Pero ella, tan embadurnada de pesares, no notó mi cinismo.

Me contó algo sobre la ex de Sole y unos mensajes de texto que se mandaron, que Romi le había leído de prepo a Sole mientras se estaba bañando. Todo un tema, porque estuvo una semana entera con diarrea tratando de dilucidar cómo encarar la situación. Si le decía que había leído los mensajes Sole la mataba por haber invadido su intimidad. Pero si no le decía y tenía que seguir bancando la angustia estomacal que le producía toda esa incertidumbre, estaba en serios problemas escatológicos.

- ¿Y por qué no me llamaste?
- No sé. No sabía qué hacer- me dijo -. Hasta me lo quería olvidar. Pero no pude... Y ayer estallé.

Al parecer le escupió todo lo de la lectura de los mensajes a partir de una discusión que había empezado por cualquier otra cosa, un desacuerdo sobre lo que iban a hacer el siguiente fin de semana y la supuesta obligación de ir a un cumpleaños.

- Eso del cumple al final no era tan terrible, pero se fue dando lo otro. Yo lo tenía atragantado. Encima estaba indispuesta.
- Ah, cagaste.
- Sí, eso mismo.

Nosotras seguíamos dándole rienda suelta a nuestras fijaciones anales. No hay que perder el humor. Pero era cierto que la cosa se puso peor. Sole empezó con el discurso de la invasión a la propiedad privada. No entendí si se refería al celular o a su ex porque mientras me lo contaba, Romi empezó a llorar, desbordada porque esta vez sí, esta vez me deja, te lo juro, me lo dijo así, que no me quiere ver más y todo el cuento de cada semana del cual Romi parece no llevar registro. Todas las semanas Sole la deja para siempre jamás. Y yo me voy quedando sin consejos para darle, pobre Romi.

Quizás sería más fácil aconsejarla si no hubiera sido por esa noche, hace unos meses. Romi se había peleado con Sole, como siempre. Vino a casa y decidimos emborracharnos, o emborracharla a ella principalmente. Y tuvimos éxito. Pero lo de esa noche, no es que yo lo viniera pensando de antes. Fue algo que se dio de parte de las dos y supongo que del sopor de los alcoholes mezclados arbitrariamente, no por paladar sino por necesidad de aniquilación de quienes los bebieran. Bueno, no sé si mi aniquilación. Yo estaba bien, pero Romi, ¡pobre! Entonces había que hacerle la segunda. Y no sé cómo fue. Bueno, sí. Pero no quiero que parezca que fue algo que yo... De ninguna manera. Es que, pobre Romi, estaba tan linda. Tenía los cachetes rojos y la nariz brillante de tanto llorar. Lloraba y tomaba. Después nos reímos un poco y se le iluminó toda la cara, porque con Romi era pasar del llanto a la risa en un segundo. Y fue una cosa rara: esa luz que se le vino a la cara la provoqué yo. Se río y se puso tan linda y estaba ahí en mi cama como cuando... Pero esa vez anterior no había pasado nada, fue incómodo nomás porque estábamos muy cerca y se hizo un silencio y las dos creo que sentimos que... pero no pasó nada. Y así estaba de nuevo en mi cama y esta vez yo estaba tan triste por ella, que sentía que estaba triste por mí también. Le di un beso y de pronto estábamos desnudas y nos reíamos, porque siempre nos reíamos de nosotras, de mi rigidez y mi soberbia berreta, de la extremada torpeza de Romi, toda desbordada... pobre Romi, tan sensible, tan doliente. Daba pena. Daba una hermosa pena besarla.
Ninguna de las dos supo bien qué decir después de eso. Ella me vino a hablar unos días más tarde. Y cuando se refirió a aquella noche la nombró como "ese incidente". Lo dijo riéndose, apelando a mi capacidad de reírme de todo, a lo que por supuesto respondí con otro chiste, no sé cuál. Y entonces seguimos siendo amigas, que era lo que Romi necesitaba, especialmente unos días después cuando volvieron a discutir y me llamó maldiciendo y jurando que esta vez estaba cansada de Sole, nada más para volver a acunarla dos días después.

A veces me da tanta pena que me pondría a llorar.

9 comentarios:

  1. Como siempre, la escritura más atractiva entre muchos blogs. Turbio esto de la Romi... turbio, sí. Esa es la palabra. Éxitos.

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  2. Te acercás tanto a mi cabeza que a veces asusta un poco.

    Saludos

    Pazchi

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  3. Es fea esa situacion de uno, cuando tiene una amiga o amigo que vive peleando y terminando con su pareja. Es ocmo que te quedas sin nada que decirle o debatiendote entre darle para adelante o decirle que ya fue, que no van a cambiar por mas que quiera y que aterrize de una vez.

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  4. Muchas gracias, Darío. Y gracias por las críticas de la otra vez. Han sido tenidas en cuenta.

    Pazchi: es que tengo cámaras en toda la ciudad.

    Pajarín: bueno... cada uno tiene su tiempo. y algunas personas son bastante aletargadas. más aún si no han tomado conciencia de lo que les pasa.

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  5. genial como siempre!! señorita T la felicito!! me encaaanta este blog!!!

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  6. Precioso. Y claro, rara... como encendida... Pobre Romi.

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  7. mmmm me paso... no queda otra que sonreir; al fin y al cabo uno la pasa bien.

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  8. y si tenés cámaras en toda la ciudad o en toda Argentina? que feo es pasar por todo esto

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