jueves, 16 de febrero de 2012

Golpe de calor

La encontramos tirada en el piso del living de su departamento. Nos abrió la puerta Marcos con su copia de la llave.
Era la una de la tarde. Hacía varias horas que Valentina no atendía el teléfono de su casa ni el celular. Con Carla nos preocupamos tanto que lo llamamos a Marcos, que vive en el piso de abajo de lo de Valentina, y le pedimos que le tocara timbre. Marcos me llamó al rato y me dijo que en lo de Valentina no atendía nadie. Yo estaba ya a unas pocas cuadras de ahí así que le pedí que me espere para pensar lo que podíamos hacer. Me crucé con Carla en la puerta del edificio. Había tenido la misma idea que yo: juntarnos a pensar dónde podía estar Valentina. Hacía un mes nos veníamos turnando los tres para cuidarla.
Nos reunimos en lo de Marcos. El dijo que la noche anterior la había dejado durmiendo y parecía tranquila. Había estado llorando mucho unas horas antes y se negó a cenar, pero Marcos se le sentó al lado y logró que comiera unas galletitas con queso. Después se acostó al lado de ella y la abrazó hasta que se durmió. Desde la mañana no habíamos tenido, ninguno de los tres, noticias de ella. De pronto se me ocurrió que para averiguar dónde estaba era necesario entrar en su casa. Marcos tenía llave pero no le gustaba usarla, salvo en ocasiones especiales. Carla dijo que ésta era una de esas ocasiones: teníamos que encontrar algún dato de su paradero.
Lo que menos imaginamos fue encontrarla así. Pensamos que se habría ido a algún lado. Ya nos había pasado varias veces que, sin nuestra supervisión, Valentina se había ido a espiar a Mariela en sus quehaceres cotidianos. Desde que cortaron la relación, un mes atrás, Valentina cayó en un pozo depresivo terrible, acompañado por episodios de ansiedad y obsesiones varias. Tratábamos de mantenerla medianamente entretenida para evitar esos episodios pero no había caso, de alguna forma siempre se nos escapaba. Entonces al menos tratábamos de mantenerla vigilada.
Ni bien la vi desparramada en el piso del living, salí corriendo a abrazarla. Estaba pálida. La levanté y grité su nombre varias veces. No reaccionaba. Marcos dijo que llamáramos a un médico. Yo estaba perpleja, todavía sostentiendo en brazos a Valentina. Carla vino desde la cocina con un vaso de agua y antes de que pudiéramos reaccionar, se lo tiró en la cara. Apenas el agua tocó su rostro, Valentina abrió los ojos y nos miró sorprendida.
- ¿Qué hacen?- nos gritó.
- ¿Qué te pasó?- le pregunté.
- No sé, ustedes me están tirando agua. ¿Qué pasa?
- ¿No te acordás? Te desmayaste o algo así- dijo Carla.
- No me acuerdo.
- ¿Pero qué te pasó? ¿Te sentías mal?- le preguntó Marcos.
- Creo que sí. No me acuerdo bien. Tenía calor. Después no me acuerdo de nada.
- Pero esto fue a la mañana- dije.
- Sí. Apenas me levanté. ¿Qué hora es?
- La una y media- dijo Carla.
Valentina no entendía nada. La ayudamos a levantar y se sentó en el sillón. Había recuperado el color en los cachetes.
- ¿Estás bien?- le preguntó Marcos.
- Sí, sí. Ya estoy mejor.
Carla dijo que por las dudas se iba a comprar una Coca al mercadito de abajo.
- Qué susto, boluda. Debe haber sido un golpe de calor- dijo Marcos.
- ¿Y de ánimo cómo estás?- pregunté.
- Bien, bien. Fue un susto.
- ¿Pero con lo de Mariela?- dije.
- ¿Qué Mariela?- preguntó Valentina.
Marcos y yo nos miramos. Pensamos que nos estaba cargando o que se había vuelto loca.
- ¿Cómo qué Mariela?- dije -Mariela... tu ex- Y me acordé que a Valentina no le gustaba que le llamáramos "tu ex". Todavía no había terminado de aceptar lo de la separación.
- ¿Me están cargando?- dijo Valentina- ¿Qué Mariela? ¿Qué ex?
Carla volvió con la Coca. Nos miró la cara perpleja y nos preguntó qué nos pasaba.
- No se acuerda de Mariela- explicó Marcos.
Carla se sentó sobre la mesa ratona de frente a Valentina. La miró fijo.
- ¿En serio no sabés quién es Mariela?- le preguntó.
- Me suena. Pero no. Me están preocupando.
- Vos nos estás preocupando a nosotros- dije.
Carla dijo que no nos preocupáramos. Que podía ser un shock causado por el golpe contra el piso cuando se desmayó. Marcos dijo que él había visto cosas así en las telenovelas, pero nunca en la vida real. Yo estaba muda. Carla había hecho algunas materias de Medicina antes de pudrirse y pasarse a Gastronomía, así que se sentía calificada para establecer algún diagnóstico. Empezó a hacerle preguntas para ver en qué condiciones estaba la memoria de Valentina. Resultó que se acordaba de todo menos de Mariela. Hasta que, haciendo un gran esfuerzo, en un momento recordó:
- Ya sé qué Mariela. ¿No es la que conocí hace un tiempo? La que era amiga de Lucas, el ex de Marcos.
- Hace un tiempo fue hace dos años- dije yo muy preocupada.
- Sí, sí. Más o menos. Pero ¿qué? ¿Yo estuve con esa mina?
- ¡Estuviste dos años de novia, Valentina!- grité aterrorizada.
- Te juro que no me acuerdo de nada.
- Tratá de hacer memoria- dijo Marcos, también preocupado.
Entre los tres le contamos un poco de su historia. Cómo se habían conocido, cómo se habían puesto de novias y algunos pormenores que conocíamos a la perfección, como buenos amigos que éramos. Valentina dijo que de algunas cosas se acordaba, pero las sentía muy lejanas, como si hubieran sido parte de un sueño. De pronto giró la cabeza y me miró muy seria.
- ¿Vos cómo estás?- me preguntó.
- Bien. ¿Por qué?
- Por la pelea con Sofía.
- ¿Cómo te acordás de eso?- dije.
- ¿Y cómo no me voy a acordar?- respondió, casi ignorando que prácticamente se había olvidado por completo de la persona a quien amó con desesperación durante los últimos dos años.
- Estamos bien- respondí secamente. Con Sofía las cosas estaban bastante mal, a pesar de que hacía relativamente poco que nos habíamos puesto de novias. Ella se estaba empezando a poner muy rígida e irritable y a mí sólo me salía responder con sumisión. Me sentía humillada, pero tenía pánico de perderla. Era horrible sentirme así. No quise dar más detalles y argumenté que no era momento de hablar de eso, con esto de la conmoción y la pérdida de memoria.

Durante varios días nos turnamos para contarle a Valentina detalles sobre su relación y ver si recuperaba la memoria. Ella nos escuchaba atenta como si le estuviéramos contando una historia ajena. Empezamos contándole sobre las primeras épocas de su noviazgo. A estos recuerdos Valentina los tenía más presentes. De varias cosas sí acordaba y asentía. A veces aportaba algún dato más y ahí nos dábamos cuenta de que estábamos logrando avances. Lo más difícil fue contarle sobre la vez que Mariela la había engañado con una compañera de trabajo. Eso me tocó a mí.
- ¿Y yo qué hice?- me preguntó.
- Lloraste un montón.
- ¿Pero cuándo fue? No me acuerdo de nada.
- Hace unos seis meses- dije.
- ¿Y no la tiré por el balcón?- dijo bromeando.
- No. Estabas destruída.
- No me acuerdo.
- Pensamos que esa vez sí ibas a cortarle.
- ¿Cómo "esa vez"?
- Y sí, porque Mariela venía tratándote muy mal desde hacía bastante. Era rara. Mentía, o eso nos parecía a todos. De hecho, la mina se portó bien con vos solamente en los primeros meses. Después empezó a mostrar la hilacha.
- Y me cagó.
- Sí. Pero vos no le cortaste. No sé cómo hizo pero te convenció de que no la dejaras. Vos decías que la amabas y que no ibas a permitir que algo así las separe.
- Fui una tarada- dijo Valentina. Yo me sorprendí. Fue la primera vez que la oí hablar así de su relación con Mariela. En aquellos días no había forma de hacerla ver lo infeliz que era-. ¿Y después qué?- me preguntó.
- Siguieron juntas unos meses. Vos estabas pendiente de todo. Te empezaste a poner paranoica con cualquier llamada que recibía, los mensajes de texto, los lugares adonde iba. La seguías, le revisabas el celular, hasta trataste de meterte en su correo electrónico pero no pudiste.
- Estaba bastante loca, ¿no?
- Sí. Bastante- respondí. En ese momento me di cuenta que Valentina recuperaba algo, pero no era la memoria. Era más bien cierto espíritu: el que tenía antes de conocer a Mariela.
- Sabés que todo eso lo tengo en blanco. Te creo porque me lo contás vos, pero sino es como si no lo hubiera vivido. Lo único que me acuerdo de esa piba es de haber salido durante un tiempo. Me gustaba. Me hacía reír. Después no me acuerdo de nada más.
- No me extraña, creo.
- Por algo me habré olvidado.
Asentí. Por algo había borrado todo eso. ¿Quiénes éramos nosotros para hacerla volver a esos recuerdos horribles? Valentina estaba totalmente recuperada, fuerte, firme.
- Pero ¿sabés qué?- me dijo al final- Hubo un día, habrá sido a varios meses de noviazgo ya, que la sorprendí en una mentira. No era algo muy grande, era más bien una cosa muy tonta. A su hermano le había contado que el día anterior lo había pasado conmigo y sin embargo yo sabía que había estado en lo de su mejor amigo. Cuando le pregunté porqué le había mentido, ella me dijo que no sabía, que lo había hecho porque sí. Y se río, como si fuera lo mismo que inventar un cuento. Me pareció rarísimo. Me acuerdo que en ese momento pensé que yo tenía que cuidarme mucho de una persona que mentía porque sí.
- Tenías razón- dije.
- Es de esas cosas feas de la otra persona que una ve al principio y después te enganchás y ya no podés ver nada. Le dejás pasar todo. Engaños, maltratos.
- Es cierto- dije.
- Hay que tener cuidado, ¿no? Prestarse atención en esos primeros momentos, porque después estás frita. Estás nublada, como en un sueño.
- Es lo que te pasó a vos- dije.
- ¿Y a vos?- dijo ella. Sonreí apenas y no contesté. Era la clase de preguntas incisivas que hacía Valentina mucho tiempo atrás, antes de que su relación con Mariela lo nublara todo. No lo hacía para lastimar. Lo hacía porque siempre fue una persona muy perspicaz. Atenta a lo que le pasaba al otro y despierta para detectar las ofensas, los engaños, los actos de mala fe. No cualquiera hubiera podido lastimarla, porque así de atenta estaba también en sus propias relaciones. ¿Qué pasó con Mariela? ¿Cuándo fue que empezó a dejarle pasar las mentiras, los maltratos? Quizás justo en ese punto en el que ya no se acordaba.

Sentí que era hora de dejar a Valentina en paz. Les mandé mensajes a Carla y a Marcos diciéndoles que nuestras sesiones de remembranza con Valentina habían terminado.
Me fui pensando en mi pelea con Sofía. Había cosas de ella que me dolían mucho, pero estaba dejándolas pasar. A ninguna otra persona se las hubiera permitido. En ese momento supe que estaba irremediablemente sumergida en el sueño del amor, esa niebla calurosa y desesperada que hace que le permitamos al otro cualquier tipo de golpe y nos olvidemos lentamente de todo lo demás.

6 comentarios:

  1. Este mediodia soporte 45 grados de sensación térmica (en serio), ojalá hubiese tenido un golpe de calor como ese, hubiese valido la pena aguantar la tarde...
    Me encanto!

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  2. Permitime volver a la charlita del texto anterior. SI nací 9.20 de la mañana, cuál es mi ascendente? qué significa? me contás en una oración? (: (comentario sin aún haber leído el texto vigente). Un beso.

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    1. ja. no sé. fijate en internet con tu fecha de nacimiento. está lleno de páginas. googleá: ascendente zodiacal. qué soy? ludovica? jaja. un abrazo.

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  3. si le damos vía libre ,el otro es capaz de hacernos mierda.después ya es tarde.
    o no.
    besos

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  4. Así como con Elena se comentaba el "dejar ser", en este me parece fantástico que me quedé pensando en el "aprender a ser" porque es fascinante cuanto cedemos (voluntaria y alegremente) de lo que somos a cambio de vivir en algo que es cada vez más sueño y menos realidad.
    Siempre un placer leerte. Un abrazo, M.R.

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