viernes, 28 de enero de 2011

La noche del Bambino


La noche que lo conocí al Bambino nos habíamos vestido muy bien. Estela nos dijo que fuéramos bien arregladas, porque Nati era menor de edad y quizás no pasaba el control de la puerta. Pero Nati sabía que con su mamá al lado iba a poder entrar sin problemas. La gente del boliche conocía muy bien a Estela. Yo nunca pregunté porqué. Había cosas de mi suegra que prefería no saber.
Nos pusimos buena ropa y entramos.

- ¡Dos tragos gratis!- gritó Nati apenas pasamos la puerta. Te regalaban las consumiciones por ser mujer. Las mujeres tenían muchos privilegios en ese lugar, especialmente el de ponerse bien en pedo. Mi novia se había propuesto ese plan, cosa que para mí no era novedad.
- Genial- respondí yo, tratando de mostrar algún resquicio de honestidad. Necesitaba ser honesta, pero más conmigo que con Nati. A Nati no le importaba lo que yo pensara, mientras no le cagara la noche. Yo quería ser auténtica conmigo misma, mientras eso significara que estaba contenta de estar ahí. Dos tragos gratis. Qué bueno. ¡Qué bueno!

El lugar tenía una decoración de tan pésimo gusto que parecía intencional. El primer espacio al que se accedía era una especie de pista de baile con un pequeño escenario y una barra en el fondo. Espejos en las paredes, luces bajas de colores, música electrónica pasada de moda. Detalles en dorado, rosa, lila, fórmica, olor a desodorante de ambiente. Todo parecía pretender ser moderno, pero en una modernidad de unos diez o quince años atrás.
A Estela la perdimos apenas entramos. Se fue a saludar a sus conocidos. Nati se pidió un champán. Eso coronó mi sensación de que estábamos en los '90: champán, música anacrónica, sillones de cuerina.

- Si vos no te tomás tus tragos, ¿me los regalás?
- No, no. Pedíme un champán a mí también-. Yo no pensaba pasar la noche sin algo que me ayudara a atravesarla. No sabía qué tomar, así que la seguí a Nati, que ya tenía varias noches de ronda en este tipo de boliches. Pero yo no quería juzgar. Si quería que mi relación con Nati funcionara, tenía que sacarme de encima todos mis prejuicios. La dejé que me mostrara el lugar, como si en ese acto me abriera su alma.
Atravesamos una cortina negra. Varios sillones de cuerina negra enfrentados. No había mesas, sólo sillones. Más allá, una especie de colchón muy grande, también de cuerina negra. Todo estaba al tono. Más espejos. Otras habitaciones.

- Acá hay un sauna, mirá-. Mi novia me guiaba por todo el lugar como una experta. Ya se había bajado su copa. La dejó encima de una mesita que tenía un potus de plástico. - Arriba está la pile, ¿vamos?

Subimos por el ascensor hasta el último piso. Ahí la encontramos a Estela, charlando con el chico de la barra. Viendo a mi suegra en esa actitud, me di cuenta la poca ropa que traía puesta. Minifalda y strapless. Así era Estela siempre, pero recién en ese momento la vi con esos ojos que no habían querido ver. Al costado de la barra había una pileta, no muy grande, que tenía una cascada. La decoración seguía siendo muy parecida a la del piso de abajo, sólo que en este piso, como estaba la pileta, había más iluminación. Nati se acercó a Estela. Adiviné que su intención, además de aprovechar el momento familiar, era pedirse otro trago. Estela, ungida en un extraño orgullo que jamás entendí, le presentó a Nati al tipo de la barra.

- Mi hija, Natalia. Seguro la viste antes por acá. Y ella es mi nuera-. Estela no tenía problemas en presentarme como su nuera. Eso me ponía muy contenta, más allá de que el tipo de gente al que Estela me presentaba, eran personas de mente muy abierta, entre otras cosas. Saludé al barman tratando de convencerme de que la estaba pasando bien. Una noche en familia. Qué más da. Nati sonrió y le pidió un trago. Él no le pidió el papelito de la consumición. Ese champán era de regalo. Genial. Nati tenía todavía un trago más gratis, además de la plata que traía encima. En breve me tocaría volver a ser su carretilla y arrastrarla de alguna forma hasta su casa. Otra noche de esas.
- Mamá, nosotras bajamos. Ya va a empezar el show. ¿Vos venís?
- En un rato. Vayan, después nos vemos.

Bajamos por el ascensor. Efectivamente el show estaba empezando. Yo no entendía mucho, pero Nati seguía contándome cómo eran las cosas. Supuse que tenía más historias de las que yo creía y que no todas habían sido con su grupo de amigos, como ella decía.
- Después del show se arma el cachengue- anticipó mi novia, que ya se estaba terminando la segunda copa de champán. Yo ya conocía el momento exacto en que se ponía en pedo. Se le desdibujaba la cara y se le perdía la mirada. Así estaba en ese momento. Y, para peor, fue a la barra a buscar su tercer copa. Yo la esperé mirando el escenario. Dos chicas bastante pulposas estaban empezando a sacarse la ropa entre sí. Se me había venido a la mente esa palabra "pulposas". El término iba perfecto con la decoración del lugar. Eligieron un tipo que estaba entre el público y empezaron a sacarle la ropa a él también. La música que sonaba era Purple Rain, de Prince. Después de esa vez, nunca pude escuchar a Prince de la misma manera (aunque, a decir verdad, no suelo escuchar a Prince). No era la primera vez que veía un strip-tease. Pero en los que yo había visto se quedaban con la ropa interior, por diminuta que fuera, o con alguna toalla. En éste, en cambio, no se detuvieron. Se quedaron todos en pelotas. Y se manosearon de lo lindo. Al tipo se le paró ahí mismo en el escenario. Yo nunca tuve una gran afiliación a la moral y las buenas costumbres, pero algunas cosas exceden lo que uno puede tolerar. Y no fue eso; ése fue sólo el comienzo. Nati se había parado detrás mío y, cuando giré la cabeza, me di cuenta que estaba muy borracha.
Yo siempre quería cojer con Nati. Todo su ser me calentaba. Nati era el infierno, la hija del diablo, el fuego azul. Esa noche también quería cojer con ella y Nati borracha era una garantía de sexo fuerte, rock del bueno. Fui a pedirme otra copa, para ponerme a tiro con su estado. Cuando volví, mi novia me agarró de la mano y me llevó de vuelta a ese lugar que estaba detrás de la cortina negra.
No sé en qué momento se habían desnudado todos. Debían ser al menos unas setenta personas. Todas desnudas. Todas cojiendo. Gente que cojía en los sillones, en el colchón forrado en negro, en las otras habitaciones. Gente de pie, sentada, acostada. Gritos, gemidos, ruidos de piel chocando contra otra piel. No vi el sauna ni la pileta, pero probablemente había gente también ahí. Debí haberme puesto pálida porque, borracha y todo, Nati me miró y me dijo:
- Vení, vamos a sentarnos por acá-. Y me llevó a un sillón que estaba vacío. Me pidió que me tranquilice, que tome un poco más de champán. Yo le hice caso, pero las burbujas no me ayudaban a digerir nada de lo que veía. Me dio un beso. Uno bueno y largo. Tenía ese control sobre mí. Sabía que un beso me calmaba. Sabía que un beso me calentaba. Por fin logré relajarme, adentro de su boca. No tenía idea lo que ella quería hacer. No tenía idea lo que yo misma quería hacer. ¿Cojer ahí mismo? Sobre todas las cosas quería entenderla, conocerla, aceptarla. Sobre todas las cosas, quería que ella me aceptara a mí. La dejé besarme. La dejé tocarme. Pero no duramos mucho.
En el sillón que estaba frente al nuestro se sentaron dos tipos y una mujer en el medio.
- No mires- me dijo Nati. Y no miré. Fue más un consejo que una orden. Yo no sabía cómo comportarme. Le llevaba cuatro años de edad, pero mi novia sabía bien cómo se movían estos lugares. Volví a sumergirme en su boca, buscando un lugar que conociera, que me diera refugio. Me detuve de nuevo. Tenía clavada la mirada de uno de los tipos del sillón de enfrente. Instintivamente lo miré. Era el Bambino. Aparentemente disfrutaba del show que Nati y yo le estábamos dando. Y no sólo eso. También estaba disfrutando de la chupada que le estaba propiciando la mina que vino con él y que, a la vez, con una de sus manos le hacía una paja al otro tipo.
- Seguí nomás- me dijo el Bambino con una sonrisa. Tan suelto de cuerpo como si estuviera en su propio living. Yo la miré a Nati. Ella entendió todo. Nos levantamos y nos fuimos.
Para llegar a la salida teníamos que pasar por la pista de baile. No había casi nadie. Era claro dónde estaban todos. En una de las sillas altas, pegada a la barra, estaba Estela hablando con una amiga que yo ya conocía: Mary. Ese día supe de dónde era que se habían hecho amigas.
- ¿Y? ¿Cómo va la noche?- le preguntó Estela a su hija.
- Bien, pero ésta se espantó un poco- contó Nati matándose de la risa. Yo me sentía una idiota, como si estuviera faltándole el respeto a toda su forma de vida.
- No te preocupes- me dijo Estela con un dejo de algo parecido al cariño- después te acostumbrás.

Saludamos y nos fuimos.

Esa no iba a ser la única noche ahí. Y era cierto, después te acostumbrás. Aunque en realidad nunca quise acostumbrarme. Ni al lugar, ni a Estela, ni a Nati. Y mucho menos al Bambino.

17 comentarios:

  1. jajaa... ya me imagine toooodo, todo, todo, todo... esos sillones de cuerina y toda la secuencia. Que genial que escribís! Me fui leyendo todo tu blog en un par de días y a veces repito.
    Te banco a muerte Tortódroma, sos lo único que vale la pena leer en estos días!
    Pasate por mi blog si queŕes chusmear un rato.

    http://www.lucianaojea.blogspot.com/

    Un abrazo, grande!

    Lu

    ResponderEliminar
  2. Detesto ver a mi novia borracha, y eso de que "ya te vas a acostumbrar" a ciertas cosas, tampoco me interesa. No quiero acostumbrarme.

    Hay cosas que por mas esfuerzo, exceden lo que somos.
    Saludos!!

    ResponderEliminar
  3. Muuuuuy bueno, me hiciste reír mucho imaginándome al bambi ahí muy tranquilo y enfiestadisimo! jaja, me encanta como escribís cuando empiezo a leerte nada me puede desconcentrar, beso!

    ResponderEliminar
  4. Jajaja, ay que horrorrrr. Suena un poquito traumatico.

    ResponderEliminar
  5. Un horror! juasss! A mi novia le dije :
    "hasta acá llego, si seguís emborrachandote" Por suerte dejó el vicio.Yo no tomo alcohol. no le hallo sentido buscar soluciones así. Pasé muchas de esas noches, patéticas! Besote!

    ResponderEliminar
  6. En la entrada de casa brandon hay un cartel con el nombre de este blog. Por eso entré.. me gustó, besos!

    ResponderEliminar
  7. Acostumbrarse es sinónimo de otra palabra que tampoco me gusta nada, ¨conformarse¨.

    Saludos Miss T.

    ResponderEliminar
  8. mi primer novio me dejo por borracha

    ResponderEliminar
  9. Lu: sí, ya entré varias veces a tu blog. es buenísimo lo que hacés!!!

    torta q se desconoce: todo tiene un límite. es cierto. pero las que lo superamos somos nosotras mismas. a veces es necesidad de explorción. otras, pura idiotez.

    imjul: graciassssssssssss

    conz: lo fue.....

    hayward: mi ex creo que prefirió la botella q a mí. bueno... el escabio es más barato que yo, loco!!!

    anónimo: ja. genial. sí, creo que lo puse yo alguna vez ese cartel. bienvenida!

    deb: sí... es cierto lo que decís. uno se conforma con lo que no es para uno, quizás por la fiaca de seguir buscando(se).

    copiloto: ja... y bueno, ahí ves, hay dos versiones de cada historia.

    ResponderEliminar
  10. y yo que creí que había tenido una "época de reviente"... dps de leer esto, qué errada estaba!
    igual, psicodelia mata orgía si me preguntás a mí. Yo, paso.
    Besote Miss T.!

    ResponderEliminar
  11. Este post es tan Buenos Aires! Ojalá eso pasara solo en los bares del estilo! Me ha pasado un par de veces ir a esos lugares pero noo es mi onda. Entiendo que es la de muchos, asi que si llego a ir, la respeto. Aunque para respetarla tenes que ser uno de ellos, sino salis corriendo como yo jaja Al dia de hoy me pregunto si la respeto o si no. No hay muchas alternativas. Yo ya me pudrí de llevar a mis novias re en pedo como carretilla, te acordas? Que idiota.

    Yo también vi el cartelito en la casita! Fue lindo ver qe creces, T!
    Me encanto este post! :D


    Lalii

    ResponderEliminar
  12. Che que tal! Me reí tanto con este blog... Bueno estoy en plan de convocar a "nuestro" recien iniciado blog.

    http://vestidasdebesos.blogspot.com/

    Saludos!

    ResponderEliminar
  13. Más que acostumbrarse habría que preguntarse si uno lo acepta o no.

    ResponderEliminar
  14. mmmm... no te acostubres...

    volvé !!!

    se te extraña...

    ResponderEliminar
  15. A riesgo de sonar extremadamente vulgar, el "ya te vas a acostumbrar" me da la misma desconfianza que el "vos segui que yo te aviso".

    ResponderEliminar
  16. te felicito por la novia menor de edad! muy muy sinceramente!igual, solo para no quedar menos culta y apreciadora del blog que el resto: linda la fotito de nan golding por ahí abajo!

    pd y entre nos: coger va con g,excepto en ciertas conjugaciones (como cojamos)

    ResponderEliminar
  17. Mierda! existen lugares asi?? hay esas fiestas de verdad?? jajaja xq yo nunca fui??
    q loser!

    ResponderEliminar