domingo, 4 de noviembre de 2018

Albertina y la pornografía



Me gustaría hacer un comentario sobre la nueva película de Albertina Carri, "Las hijas del fuego". 
En principio, fue un acierto ir a ver la película sin haber leído ninguna crítica previa y haber ido sola porque eso me ahorró tener que hacer comentarios a la salida del cine, cosa que me molesta en la mayoría de las películas pero especialmente en ésta. Porque "Las hijas del fuego" no se puede pensar en términos binarios del tipo me gustó/no me gustó o es buena/es mala. Es necesario entender algo más. 
Mi desacierto, más bien una cuestión de mala suerte, fue haber quedado sentada entre dos varones hetero cis, en cuyas erecciones traté de no pensar. Porque la película de Albertina no es un drama o una película erótica. Es una porno con todas las letras. En ese sentido, preserva la estructura del porno: historias diversas que no guardan un necesario respeto por una estructura dramática, fantasías de todo tipo, sexo explícito como concepto estético (en esto se diferencia de películas como La vida de Adele que queda atrapada en la seguridad de lo erótico y las cuerpas hegemónicas), dildos, sado, secreciones, tríos, orgías, etc. Y quiero remarcar esto porque estoy segura de que muchas personas que fueron a verla no tenían ni idea lo que iban a ver. Yo tampoco. Pero fue una hermosura ver cómo mucha gente se iba levantando de sus butacas y rajando hacia el cobijo de Av. de Mayo, las luces, la gente "normal" porque qué barbaridad todo. La película de Albertina incomoda. Ese es su gran mérito. Pero no incomoda porque haya tenido fundamentalmente esa intención. Imagino que su premisa fue la de hacer una película pornográfica de mujeres para mujeres. Y si bien las relaciones son lésbicas, me parece que es una película interesante para que la vean también mujeres heterosexuales. Porque logra lo que se propone. Es más, pienso que su premisa fue más grande que esa: hacer una película pornográfica de mujeres para mujeres, con cuerpas no hegemónicas, situaciones reales, fantasías de mujeres y principalmente que sea feminista. Algo de eso surge en una de las reflexiones en off que ayudan a conceptualizar. Cómo hacer una porno sin objetivar el cuerpo de la mujer. Y ahí, otra premisa conquistada. Albertina demuestra que se puede pornografiar, sexualizar y que las que intervienen en esa acción mantengan su estátus de sujetas. En ese sentido es una película profundamente feminista porque logra refutar ese viejo paradigma del porno hecho por varones, además de varias escenas reivindicatorias que ganaron los aplausos de la mayoría de las espectadoras feministas. Pero estoy segura que ellas también se incomodaron. Quiero retomar este punto al final porque me parece que es lo más importante de la película. 
Lo que me resta decir es que el hecho de que la película sea también una Road movie, metáfora del recorrido y la transformación, permite por un lado que emerjan historias y fantasías en diferentes escanarios, lo que ayuda a sostener la estructura propia de la pornografía, pero al mismo tiempo introduce otro concepto que es la idea de lo gregario. La película empieza con personajes sueltos -personajas sueltas- que se van uniendo, primero en pareja, después en trieja y luego van incorporando sujetas a lo largo del viaje. Esta idea también expone dos temáticas feministas muy ricas: 1) de qué manera relacionarnos sexoafectivamente sin que eso signifique angustias, dolor, necesidad de poseer. Esto lo resuelve con una propuesta muy interesante donde el amor en forma de afecto, no como amor romántico, transita, se da generosamente, se vive desde el deseo y sin restricciones, no como una falta sino como un caudal que vincula a las sujetas de una manera diversa y contenedora. Y 2) que la unión de las mujeres es transformadora, empoderadora -no en términos de quitarle poder a los varones, aunque un poco también- sino de un poder en sí y para sí que tiene su máxima expresión en el aquelarre del goce, libertario e inclusivo que pretende arrasar a un paradigma que nos está quedando chico. Y es por eso que es una película absolutamente incómoda. 
Estoy segura que casi la totalidad del cine se sintió fastidiada, avergonzada, molesta y hasta irritada. Yo misma me sentí así. Y ahí radica el éxito de la película que, como ya dije, sería un error pensarla en términos de me gusta/no me gusta. Hay que pensarla en términos de qué tanto nos incomodó y preguntarnos por qué. 
Creo que Albertina no quiso hacer esta película para les que se levantaron de la butaca a mitad de la historia. Ni si quiera para quienes hicieron bromas o salieron del cine y comentaron algo sobre cuestiones del quehacer cinematográfico. Mucho menos para quienes esperaban ver algo parecido a sus anteriores películas. Yo creo que hizo esta película para un puñado de gente. Las pocas que se fueron del cine haciéndose preguntas. De eso se trata el feminismo después de todo. Es habernos metido el dedo en el culo para que nos cuestionemos sobre la relación que tenemos con nuestras cuerpas y las cuerpas de las demás, a quiénes les es permitido el goce y de qué manera "toleramos" que se muestre ese goce, qué permiso nos damos para vivir el placer plenamente, cuánto (des)conocimiento tenemos de las posibilidades de nuestras experiencias sexuales. Me quedé preguntándome hasta dónde yo me limité, qué es lo que dejé de hacer por moralinas de cuarta, por vergüenza o por tener una pésima relación con mi cuerpo y no permitirme vivir una sexualidad plena, creativa, libre, que trascienda los parámetros de objetivación, dominación, culpa, humillación y puritanismo berreta. Me sentí directamente exhortada por la película. Asumo que algunas más lo habrán vivido así. Se habrán ido del cine sin hacer demasiados comentarios, habrán esperado a que les baje la info al cuerpo y habrán entendido. Probablemente una pequeña minoría. Para ellas es esta película que, aunque verla en cine implique tener que compartir esa experiencia con varones cis o con gente que huirá despavorida, es muy necesario verla en pantalla grande, bancarla ahí, mirar todo en ese tamaño y disfrutar que el mundo alrededor y adentro de una se caiga un poco a pedazos. 

3 comentarios:

  1. Esta película me llena la cuerpa de goce libertario.
    Donde vivo yo se prohibió la entrada a varones hetero cis. Suena autoritario, pero se siente bien... de todas formas esto no puede tener carácter de "exclusión" porque ellos ya tienen todos los lugares del mundo para habitar.
    Creo que dejarlos afuera de estos espacios es muy productivo. Porque es un lugar que estamos construyendo nosotras, de eso se trata en parte el feminismo, de ir construyendo (tan arduamente) lugares donde poder existir, donde poder gozar, donde poder decir.
    Gracias por la mejor reseña de de la historia.
    F. H.

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    1. Qué interesante esto que decís. Y es un debate que vale la pena dar, hasta donde permitimos que estén los varones. Si la exclusión de ellos no permite la inclusión de otres que nos sentimos más cómodes si ellos no están. O quizás también sea útil que ellos vean otro tipo de pornografía y que los interpele de una manera diferente, diversa. No lo sé. Es para ir pensando. Dónde es esto que contás? Esto fue acá en argentina?

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  2. Esta película es una de las más berretas,inconsistentes e incongruentes que he visto en los últimos tiempos. Carece de todo tipo de lenguaje cinematográfico.La directora envalentonada por un falso feminismo nos muestra un rejunte de mujeres gordas y feas sin ningún tipo de cuidado estético , diciéndolo en buen criollo , garchando a diestra y siniestra .Porno puro y duro de lo más berreta.Una filmación digna de un onanista con aspiraciones ni siquiera a director de cine , en el mejor de los casos a asistente de dirección de algún corto bancado por el Estado.Como lesbiana y amante del cine me avergüenzo de este filme.

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