martes, 30 de octubre de 2018

El Patriarca



Antes de ayer fui a ver a Silvio Rodríguez que tocó gratis en Avellaneda. Como toda la gente que hace años que no escucho, me había olvidado de la mayoría de sus letras, pero me pareció lindo pasar por allá un rato. Siempre me gusta andar entre la muchedumbre. Odio los empujones pero una vez que el movimiento de la gente se calma o me ubico en un lugar tranquilo, me gusta eso de miles de almas con energías amorosas.
El problema no fueron las energías. Fueron las letras: me había olvidado. Será que en la época que lo escuchaba bastante veía el mundo desde un lugar completamente distinto. Y ahora me encontré con un discurso bastante terrible con respecto al amor y sus maneras. Y eso puso en relieve lo que yo misma pensé toda la vida sobre el amor.

"Te amaré junto al viento
Te amaré como único ser
Te amaré hasta el fin de los tiempos
Te amaré y después te amaré".

Cosas supuestamente hermosas que dice Silvio sobre la entrega, sobre los parasiempres y sobre el compromiso. El problema es que hoy en día todo eso no ajusta a las nuevas formas que tenemos de mirar el amor, la pareja y dónde poner ciertos esfuerzos. Me pasó con Silvio, de empezar a ver cómo me educaron. Hija de padres compañeros de militancia troska en los 70s, Silvio y toda la trova era para ellos el espíritu de época a seguir. La pareja como trinchera contra un mundo sacudido por la guerra y las dictaduras. Compañeros fieles, comprometidos, altruistas, generosos. La pareja como heroína de la lucha contra la familia del pasado, rígida, obligatoria, aburrida. Una pareja heterosexual y monógama, pero con libertades políticas y con ciertos guiños de progresismo afectivo, pero no doméstico. Un amor para siempre o al menos hasta los 80/90s, cuando el divorcio empezó a convertirse en la salida a un cúmulo de idealizaciones rara vez posibles de sostener. 
Y sin embargo ese ideal de pareja no se cuestionó en el conjunto de la sociedad (quizás sí en una serie de estudios de teóricas feministas que ya empezaban a ver más que la punta del ovillo del rol de la mujer en la familia). No sólo no se cuestionó, sino que se transmitió a nosotres, les hijes de la generación de los 70s. El problema es que nos quedamos atrapadas en un tiroteo muy fuerte de varias cuestiones: la idealización de la pareja como compañeres, el intento de ciertas izquierdas de generar nuevas crianzas más afectuosas, el desdén por todo que nos trajo el neoliberalismo de los 90s, el divorcio, el desempleo, la crisis del sistema político, el lesbianismo closetero, el lesbianismo abriéndose paso hacia la visibilidad, el feminismo, el cuestionamiento del rol de la mujer en todos los ámbitos y en especial en el ámbito familiar/doméstico, otres sujetes políticos: la teoría queer, la bi y la pansexualidad, el no binarismo, las nuevas construcciones de pareja, el amor libre, el poliamor, la necesidad de no definirse de ninguna manera. Desde Silvio Rodríguez, pasando por todo esto, ¿dónde estamos ahora?
Yo creo que nuestra crianza nos enseñó a idealizar el amor de pareja como único bastión de seguridad. Por eso traigo la idea de la pareja como trinchera. Afuera, la guerra. Pero entonces ese tándem no se podía romper, porque ahí estaba toda la fuerza que nos mantenía pegadas a la tierra. Queremos vivir ese amor inmenso, esa entrega, esa intensidad, porque nos dijeron que eso era La Trascendencia. Pero en el cotidiano la pareja no es eso. Por un lado porque nunca fue sólo eso. Y por otro, porque nuestra historia no es la de nuestros padres y abuelos. Somos hijas del tiempo del desencanto, de la supervivencia personal, del miedo al otre. No podemos pretender tener un tipo de pareja como el que plantea Silvio y tampoco queremos. Bueno, quizás en algunas cabezas todavía sobrevuela esa idealización del amor romántico, el sentimiento de que todo se realiza ahí. A mí me está pasando de sentir que ya no es así. Que el amor puede existir en muchos ámbitos, un amor fuerte, quiero decir. Con amigues o con varias personas con quien compartas vínculos sexuales o sexoafectivos. Y no lo digo porque para mí sea fácil de implementar. Para todes es difícil. Por eso los talleres de Relaciones de Pareja y etc. en los encuentros de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans, siempre están llenos. Queremos saber cómo hacer, pero recién estamos empezando. Lo que quiero decir es que es inmenso que estemos cuestionándolo. Que estemos diciendo: esto no funciona. Vamos a ver cómo hacerlo de otra manera. Porque la manera de Silvio Rodríguez ya la intentamos. Y en general, no nos hizo bien. Y nos terminó debilitando otras relaciones afectivas porque pensábamos que el amor era la pareja y todo lo demás era prescindible, intercambiable. No funciona ese amor a la Silvio porque es un amor basado en el sufrimiento de lo que no puede ser, de la persecusión de la mujer con sombrero, del dolor de los amores que mueren, de amar aunque te moleste mi amor. Todo eso habíamos aprendido. Y escucharlo en un escenario para mí fue como una terapia de regresión. Entré en un estado hipnótico y recordé cómo había sido mi trayecto por el aprendizaje de los vínculos. Todo muy Silvio, todo muy Holywood, todo muy papá y mamá. ¿Y ahora qué? No sé. No sabemos. Y las que yo creo que saben, muchas veces terminan confesando que tampoco saben. No sabemos qué hacer, pero tenemos una idea de lo que no queremos hacer más. Que ese amor que no nos permitía el goce, no va más. Y aunque volvamos a caer, sabemos que el norte es llegar a sentir de verdad que eso no va más. Y que el amor tiene muchas formas. Y que la pareja no podrá ser jamás el lugar donde pretendamos pisar firmemente, el lugar de lo seguro. La pareja es vincularse con otres, que equis día se pueden ir. No hay nada que hacer con eso. No hay manera de retener nada. Y retener es mil veces peor. Retener no es amor. Hay que detectar cuándo deja de ser amor y animarse a irnos, a darnos otra cosa. Podemos vivir situaciones placenteras. No es necesario quedarse en el dolor, amar para siempre, amar aunque no nos amen, buscar trascender ahí, que todo esté ahí, que la vida sea eso. Y ojo que no hablo de falta de compromiso. Hay que comprometernos y entregarnos. Hay que correr esos riesgos. Pero saber que incluso si hacemos eso, nadie nos asegura nada. Entonces: sepamos con qué y con quién comprometernos, no dejemos de entregarnos, pero no seamos mártires de la pareja porque este mundo anda necesitando heroínas de otro tipo. Heroínas de amores enormes que abarquen el amor a toda una grupalidad, a las causas nobles, a sostener y crear las ideologías y las prácticas de un mundo que contenga todos los mundos, a comprometerse a luchas por algo muy enorme que es una Revolución que no es la romantización de viejas revoluciones, sino nuestra revolución actual que es el feminismo. 
He escrito cientos de textos desconociendo al feminismo, ninguneando nuestros verdaderos problemas de género, atribuyéndole todo a las conductas personales de tal o cual. Pero todo esto nos ha sido enseñado. Nos enseñaron a amar mal, a relacionarnos desde el dolor y la culpa, a no querernos, a maltratar el cuerpo. Todo lo que dije hasta acá fue dicho con soberbia. No había aprendido todavía lo que tenía que aprender. Quiero volver a escribir pero quiero más que nada compartir mis experiencias en este camino que me abrió el alma y es el feminismo. Y aunque el blog sostenga el mismo nombre con el que empezó todo, ya no soy la misma. Creo que Ser Torta puede ser un gran desafío, pero también es una posición política muy potente de la que tengo que hacerme cargo. 
Las saludo y espero que este texto dé lugar a otros. Será cuestión de ir viendo cómo sale.

4 comentarios:

  1. Volviste! Nos tenías abandonadas
    Decirte en primer lugar, coincido con tu análisis sobre las letras de Silvio, mucho amor romántico... no es por ser mala onda que no nos guste, es que por suerte aprendimos que el amor romántico mata.
    En segundo lugar decirte, que leerte desde este posicionamiento nuevo me llena la cuerpa de felicidad, no sabes cómo!
    Siempre me pareciste una escritora increíble. Este reconocimiento feminista era la pisquita que me faltaba para amarte, amarte libre, amarte con soltura, amarte con mi liviano ser, sin conocerte en las maneras convencionales de conocernos, amarte fuera de los vínculos románticos, fuera de los vínculos normales establecidos... acá a través de un blog, en este vínculo de lectora-escritora y con un nombre anónimo.
    F. H.

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  2. Hoy me dieron ganas de leerte de nuevo. Desde que tengo 15 años te leo y siempre me partiste el bocho...me dio muchísima felicidad volver a leerte. Así re inesperadamente... Espero sigas haciéndolo (porfa)
    PD: me siento re cholula escribiendote.

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    1. Gracias! hace re bien recibir comentarios así. Un abrazo enorme!

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