Cartas, libros, mails, llamadas, flores, mensajes de texto, pasacalles, avisos en diarios, canciones dedicadas en la radio, apariciones sorpresivas, regalos de toda índole.
Todo lo que nuestras ex no hicieron en vida, lo cometen desde la tumba. Nos dejan un legado de obsequios y disculpas baratas por su accionar delictivo.
Los cadáveres de las guerras del amor no se resignan a dar su último suspiro. Y lo peor es que las declaraciones de guerra, muchas veces las hacen ellas. Nosotras sólo salimos de la trinchera de la angustia para ver si podemos defendernos, arañar algún tipo de victoria, una reivindicación para nuestra bandera que ha sufrido los avatares de la sangre derramada.
Perdemos territorio cada día que ellas abusan de su arsenal, mientras nosotras empuñamos torpemente el arco y flecha. Y así va muriendo nuestro pobre ejército de Soldados de la Confianza al Ser Humano.
Con orgullo y mucho huevo, un día decidimos salirnos de la línea de fuego. "¡Esta no es nuestra guerra!", manifestamos con un grito y nos retiramos. Nos vamos a otras tierras, con los pocos soldaditos que nos quedan y con la esperanza de que ellos engendrarán hijos criados en paz y serán libres de todas las guerras que nuestra ex, Enana Fascista, intente proclamar.
Y así Enana Fascista se debilita y comprende que la guerra no es el método. Nos ve alejarnos por el horizonte, planta bandera blanca y comienza con sus ofrendas.
Y cuando el nivel de histeria es grande, las ofrendas pueden ser una artillería mucho más pesada que la de la guerra:
"Sólo quería saber cómo andabas", "Me acordé que hoy era tu cumple", "Perdoname por todoooo", "Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde", "No quise, no debí, no me di cuenta", "Te amo, siempre te amé, blablabla". Sí, ese tipo de mersadas super conocidas, porque cuando una ya está de espaldas a la otra, recorriendo el camino opuesto, esas frases hechas son repelentes.
Sin embargo muchas han caído, si no en la guerra, en las ofrendas. Regresan al reinado de Enana Fascista para eventualmente darse cuenta que todo aquel aparato de Estado ya está podrido y no hay nada más que hacer. Encontrar otro país, quizás más habitable.
Y cuando finalmente nos fuimos, Enana Fascista muere, sólo para reencarnarse en la anacronía de los regalos, los mails, los mensajes...
¡A cuidarse mucho!:
"Los muertos que vos enterráis, gozan de buena salud".
sábado, 21 de noviembre de 2009
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Sos grosa, sabelo!
ResponderEliminarSolo quiero hacer un pequeño aporte:
Quien no ha sido nunca una Enana Fascista, ademas de ser víctima de otras enanas facistas?
Besote!
Escribis genial flaca , dejame decirtelo , me estoy fumando todo tu blog , me encantan las mujeres ( no me discrimines ...)
ResponderEliminarBeso !
No lo discrimino. Compartimos los mismos gustos. nada más le pido que sea respetuoso con sus comentarios.
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